El escenario pospandemia marcado por crisis económica y aumento de índices delictivos también golpean a las fundación que llevan su ayuda con programas y proyectos a población vulnerable de Guayaquil y zonas aledañas de la urbe.

En días recientes, la Asociación Coordinadora del Voluntariado (Acorvol) hizo un encuentro con charlas y feria para exponer el trabajo de 20 fundaciones vinculadas al ente coordinador y fortalecer alianzas.

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En el escenario actual, los entes sin fines de lucro continúan con sus programas, aunque bajó el 50 % la participación de voluntarios y del 60 % a 70 % en donaciones, según estimaciones de Acorvol. María Delia García, presidenta del ente, habla de la situación de ayuda social.

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Luego de cuatro años de pandemia, ¿cuál es la situación del voluntariado y fundaciones?

La crisis económica, seguridad y todo lo que vive el país también está inmerso en las fundaciones y voluntariado. Tenemos fundaciones que están en sectores de extrema violencia y pobreza, ahí hay mucho por hacer y está difícil hacerlo, es bastante complicado trabajar en estas áreas en estos momentos. Muchos voluntariados tradicionales y emblemáticos están muy contenidos con la ayuda, pero con ganas de seguir.

Hace poco se dio un encuentro, ¿qué objetivo tenía y qué resultados consiguieron?

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El encuentro era de sostenibilidad para la recomposición del tejido social, en el que invitamos empresas sostenibles, sector privado y también público porque todos somos gestores. Necesitamos estar juntos potenciando, fomentando y visibilizar su gran trabajo , las necesidades, la fuerza que necesitan todas estas fundaciones para continuar. El voluntariado en Guayaquil es emblemático, somos la cuna del voluntariado.

¿Cuál son las principales necesidades de las fundaciones?

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Necesitan recursos, apoyo y voluntarios, las tres son las necesidades del voluntariado.

¿Qué desafíos hay pospandemia y en la actual crisis?

Ha sido duro, inclusive para Acorvol, la parte de consecución de recursos. Parte de los baluartes de fundaciones tradicionales de Guayaquil eran las colectivas públicas, que dejaron de haber y si se las ha querido retomar, no todos tienen el número de voluntarios, o cuando han salido no han tenido la respuesta. Es un riesgo, por seguridad, muchas veces cuando les tocaba fechas en años pasados venían paros, convulsiones, entonces se posponían. Aparte las que sí se realizaron con muy poco resultado, antaño había resultados increíbles. Estamos tratando de sacar una página web para que las fundaciones adscritas a Acorvol tengan una página para que puedan donar, donde ellas expongan los proyectos, campañas y la ciudadanía pueda entrar a la página y además en esa página puedas donar tiempo, convertirte en voluntario, puede ser que solo vaya a ser voluntario a construir una casa o minga, se trata de que el tiempo que puedas o habilidades, hasta desde casa, en el área administrativa.

¿Hoy se ha vuelto más complicado mantener una fundación?

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Las fundaciones tradicionales que tienen esa mística de servicio, que tienen esa trayectoria y su causa muy loable van a continuar porque son mujeres y hombres con ese espíritu solidario, pero sí necesitan un refuerzo, que llegue un relevo de voluntarios, hay que volver a enseñar a nuestra juventud a ser solidarios, tenemos que continuar lo que empezamos.

¿Cree que se volvió más complejo hacer voluntariado?

Sí, mucho más difícil.

¿En qué sentido?

La pandemia afectó muchísimo, necesitamos las fundaciones ese apoyo porque labor que hacemos llega muchas veces donde el Estado no llega, hay un Estado deficitario para atender las necesidades sociales del país, que sí las cubrimos con ese amor al servicio las fundaciones, las ONG. En este planteamiento estamos enfocándonos en la gente joven porque necesitamos que se sumen a esta trayectoria o legado, mucha gente ha perdido esa esencia de ese Guayaquil solidario, esa es mi misión que donde estés tú hagas lo que tengas que hacer por el voluntariado, visibilizando las necesidades y apoyando.

¿Qué haría falta para ese cambio generacional?

Que desde colegios, la academia, fortalecerlos y nosotros como Acorvol queremos crear una escuela de voluntariado para seguir formando, nosotros somos parte de la Federación de Trabajo Voluntario y estamos hablando desde allí para fortalecer voluntariados, con capacitaciones y un centro de formación para voluntariados.

El accionar de fundaciones, ¿qué tanto puede ayudar a esa recuperación del tejido social?

Muchas de las fundaciones trabajan en educación y salud. Tienen trabajos muy importantes, donde se rescata esa educación de crecer en valores, fortalecer la familia, entonces es una forma de incidir en el tejido social, las familiares necesitan ese fortalecimiento. Todos estamos articulando ese apoyo, juntos por esa recomposición del tejido social, aportando en ese trabajo diario, mística de servicio, y se dificulta porque muchas veces en los territorios hay fundaciones no tan conocidas, hay lugares donde les dan de comer a niños, mientras les dan de comer están afuera matándose, y ha pasado que mientras están (los beneficiarios) han visto morir a sus padres afuera.

¿Qué tan complejo resulta para esas fundaciones seguir con su acción en zonas vulnerables?

Es muy difícil, pero son de esa comunidad. Muchas son aceptadas porque saben que están dando esa ayuda por el territorio mismo, pero otras han sido ‘vacunadas’ y han tenido que salir de un lugar y ahora están en Esmeraldas, dejaron el lugar que con tanto esfuerzo habían hecho para ayudar y se tuvieron que ir. Otras no les queda de otra, si es que consiguen, y otras no las ‘vacunan’ porque saben que no tienen y saben que están ayudando.

Pese a eso, ¿se mantiene la ayuda que se quiere dar?

Así es, eso es lo importante. Para empresas sostenibles es vital que sepan que hay estas personas con esas necesidades que muchas veces no tienen acceso a empresas que quieren ayudar. Invito a la sociedad, organizaciones, reconocer la dignidad humana, abandonar indiferencia y en conjunto generar cambios sostenibles en una corriente de solidaridad. (I)