Leonor Borja, de 29 años, estaba trabajando en una industria de gas cuando la tierra empezó a temblar. Se puso a buen recaudo y cuando la calma regresó llamó a sus familiares para conocer cómo estaban sus pequeñas hijas, de 3 y 7 años.

“Gracias a Dios todos estaban bien, pero perdí todo lo material, mi casa, mis cosas”, lamentó.

Desde hace más de 20 años, Borja habitaba en una vivienda de cemento, construida sobre las riberas del estero Salado, en las calles 43 y Camilo Destruge, suroeste de Guayaquil. Su estructura no soportó la fuerza del sismo de magnitud 6,6, que se registró al mediodía del sábado 18 de marzo en el golfo y se sintió en 15 provincias del país, y se desplomó. Su estructura y todos los enseres de su interior quedaron bajo el agua.

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“Por suerte no había nadie en la casa”, comentó la mujer, damnificada de este evento natural que a nivel nacional ha causado la muerte de trece personas en las provincias de El Oro y Azuay, cientos de heridos y daños materiales públicos y privados en varias ciudades.

En el caso de Guayaquil se identificaron 46 viviendas afectadas, según el monitoreo de la Secretaría de Gestión de Riesgos y de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG).

Una de ellas es la de Borja, quien la mañana de este domingo, 19 de marzo, recibió del cabildo dos kits con alimentos, dos con implementos de cocina y dos con artículos de limpieza para ella y para su hermana, quien la recibió en su casa luego de la emergencia. “Nos quedamos sin nada, lo perdimos todo. Una sobrina nos está prestando ropa (...). Nos va tocar comenzar de nuevo, desde cero”, sostuvo la mujer.

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Su vecina Mónica Sedamano también perdió su casa, de madera, que estaba sobre las riberas del estero Salado. “Yo salí a comprar a la tienda, cuando sucedió el sacudón. Regresé enseguida, pero ya estaba mi casita medio virada y, unos 15 minutos después, se cayó totalmente”, comentó la mujer, que vivía sola.

La mayoría de sus pertenencias se perdieron. Los moradores le ayudaron a rescatar algunas prendas de vestir, pero sus enseres, como cocina, televisión, cama, se quedaron en la estructura, que en la tarde del sábado quedó bajo el agua. Solo la parte superior de la casa se podía observar.

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“Aquí crecí, viví con mi mamá. Ahora me quedé sin nada”, expresó Sedamano, quien pasó la noche en casa de un familiar.

A Sedamano también le entregaron kits de ayuda humanitaria, al igual que a otra familia que tiene daños en su vivienda. En este mismo sector hay alrededor de una decena de casas sobre las riberas del estero, soportadas con pilares y cañas. “Tenemos miedo que pueda colapsar”, dijo un vecino con más de 30 años viviendo en esta zona.

La casa que alquilaba Mercy Fajardo, en la calle Esmeraldas y Huancavilca, quedó destruida. Parte de la pared de la vivienda contigua colapsó con el sismo que se registró al mediodía del sábado 18 de marzo. Foto: Sandra Miranda

En otro sector de la ciudad, en Esmeraldas y Huancavilca, la familia Fajardo López resultó damnificada. La pared de la vivienda contigua a su casa, ambas de construcción mixta, colapsó y destruyó la casa en su totalidad. Mercy Fajardo estaba cocinando sopa de pollo, mientras sus hijas, de 12 y 22 años, jugaban en la sala con su celular cuando sintieron el remezón.

“Apagué la hornilla y salí con mis hijas con las justas, enseguida todo se vino abajo”, comentó la mujer, quien con la ayuda de vecinos logró recuperar parte de sus enseres. La casa, que alquilaba desde hace dos años, quedó destruida.

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Personal del Municipio hizo una evaluación de los daños, el sábado, y alertó al dueño del predio -según Fajardo- que ambas casas debían ser derribadas.

Preocupada y sin saber qué hacer, Fajardo cuidaba este domingo los pocos enseres que rescató en un local aledaño. “Yo trabajo en lo que salga, vendía papi pollo o cualquier cosita, pero ahora no sé qué hacer, me quedé sin nada”, lamentó la madre soltera, que hasta el mediodía de este domingo 19 no recibió los kits de alimentos que estaba entregando el Municipio.

Han pasado más de 24 horas del sismo y Enma Requelme, de 59 años, aún no recupera la calma. Su casa, en Luis Urdaneta y García Moreno, también resultó afectada. “Seguimos en riesgo”, dijo la mujer, quien tiene 33 años viviendo en esa casa, que resultó afectada al caer parte de la pared de la vivienda aledaña en su tejado.

“No podía dormir, tuve que pasar la noche en casa de un vecino. Tememos que el resto de la pared se termine de caer”, expresó Requelme, cuyo vecino está costeando las reparaciones en su hogar.

Feligreses de la iglesia Anunciación, ubicada en Babahoyo entre Argentina y General Gómez, piden ayuda para reparar daño en el techo del templo católico. Foto: Sandra Miranda

Otros daños se registraron en la iglesia La Anunciación, ubicada en Babahoyo entre Argentina y General Gómez. Ahí, parte de la mampostería de la cúpula, de ladrillo y concreto, se desprendió y cayó sobre el techo del mismo templo. De un lado, los escombros traspasaron el techo de zinc y quedó sobre un altillo. El agujero en el tejado era de unos tres metros de largo.

“Queremos que nos arreglen pronto, porque si llueve nos vamos a inundar”, comentó Judith Peralta, moradora, preocupada por la estructura de la iglesia, construida hace alrededor de 65 años. Hace unos cinco años, aseguró, solicitaron al cabildo la remodelación y reforzamiento de este templo católico, pero hasta el momento no han tenido ninguna respuesta.

Hasta este inmueble se acercó un equipo del Municipio para evaluar los daños, tomaron fotos de los daños y se contactaron con Peralta para conocer detalles de la infraestructura. También, según personal municipal, recorrerán los sectores afectados para entregar a las familias damnificadas los kits de ayuda humanitaria. (I)