Un hombre de camiseta blanca logró agarrar a María, de 50 años, para que evite lanzarse del puente de la Unidad Nacional, que une Guayaquil con Samborondón. Esta mujer estuvo a segundos de concretar su suicidio tras cursar un cuadro de depresión agravado por varias situaciones que atravesaba en su vida.

Ella contó que lloraba de manera recurrente por la tristeza que arrastraba como el consumo de droga recurrente de sus dos hijos, las complicaciones para tener un trabajo formal y otros conflictos personales recurrentes con su entorno familiar.

Solo vivía llorando. Siempre vi por los demás, y nunca por mí, ahora me enseñaron a que debo luchar por mí y ver por mí”, mencionó esta mujer, quien recordó que nunca más supo sobre el sujeto vestido de blanco que apareció como “un ángel” a su rescate.

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Tras ese intento de suicidio, María pudo acudir a la atención que ofrece la Unidad de Salud Emocional Municipal, en el Hospital Bicentenario. Luego de varios meses de tratamiento, ella se encuentra optimista en seguir progresando por su cuenta y con el acompañamiento de especialistas.

Recientemente ella se graduó de bachillerato y se encamina para seguir estudios de enfermería para conseguir su sueño de trabajar en un centro médico.

“Mi fuerza es trabajar y salir adelante, ahora ando trabajando por las calles vendiendo cualquier cosa de comida”, dijo la mujer.

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Como el caso de María, en Guayaquil, al igual que otras ciudades del país, los intentos de suicidio y suicidio han tenido un repunte luego de la crisis sanitaria derivada de la pandemia de COVID-19.

Entre el 1 de enero de 2021 al 6 de agosto de 2023, el servicio integrado ECU911 registró 429 incidentes por intento de suicidio (autolítico) y suicidios en Guayaquil, es decir, hubo un promedio de 13 eventos por mes.

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Estos datos estadísticos, a su vez, se dividieron entre 248 intentos de suicidio y 181 incidentes que alcanzaron la calificación de suicidio. De acuerdo con los datos del organismo de rescate, estos casos tuvieron una mayor incidencia en la zona del Distrito Nueva Prosperina, que comprende sectores populares del noroeste, como Monte Sinaí.

En los últimos tres años, los valores de suicidios han variado. El ECU911 tiene el registro de 49 casos en 2021, luego de 92 en 2022 y 40 en lo que va del año, que representa el 43,47 % en relación al periodo anterior (2022 y lo que va de 2023). Mientras, los casos de intentos de suicidios se dividieron en 99 incidentes en 2021, 88 en 2022 y 61 en 2023.

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A su vez, el rastreo de los casos de suicidios se concentraron en su mayoría en los siguientes sectores: Monte Sinaí (19), suburbio (12), Guasmo (12), Orquídeas (7), Bellavista (7), Sauces 5, Nueva Prosperina (5), Progreso (5), Nuevo Guayaquil (4), Siete Lagos (4), Atarazana (4), Cristo del Consuelo (4), Flor de Bastión (4), 9 de Octubre (4), Fortín (4), Esteros, Garay (4), Trinitaria sur (4) y otros sectores (69).

Varios casos se han difundidos a través de medios de comunicación y redes sociales. Por ejemplo, el 6 de mayo anterior, un joven intentó lanzarse de un puente peatonal de la av. Benjamín Rosales, afuera de la terminal terrestre, asimismo, el jueves 20 de julio, una mujer se sentó en el filo de una ventana de uno de los edificios de Puerto Santa Ana y personal de Bomberos asistieron a la mujer para evitar que se lance.

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Asimismo, hubo otros casos que terminaron de manera fatídica. El 20 de enero, un hombre se suicidó con un tiro en la cabeza en el Guasmo sur.

Jorge Luis Escobar, psicólogo y coordinador de la Unidad de Salud Emocional Municipal (USEM), consideró que los escenarios recientes de la pandemia de COVID-19 y actual de delincuencia podrían generar la exacerbación de intentos de suicidios. A su vez, dijo que esta situación causa preocupación, puesto que en los casos que terminan como intentos de suicidio, las personas involucradas pueden arrastrar afectación social, de su entorno y daños físicos.

Según especialistas, la persona que llega ideas suicidas muestra varios signos previos y arrastra varios problemas.

Él explicó que el manejo inadecuado de emociones, especialmente de frustración y miedo, desencadena en que se busque la manera de “eliminar” ese malestar y la situación se agrava aún más con las crisis vividas, como la actual incertidumbre por la ola delincuencial.

“Es un factor muy grave dentro de la sociedad en el que hay que invertir recursos y tiempo para prevenirlo”, señaló.

Escobar dijo que en varios escenarios catastróficos y de duelo, como haber estado expuesto a abusos sexuales, separaciones, violencia intrafamiliar, pérdidas humanas no resueltas, asesinato de familiares cercanos, se recomienda buscar atención preventiva, como terapia y grupos de apoyo, para evitar el desarrollo de la problemática y “resignificar” el sentido de la vida.

“Regularmente la primera idea que pasa es ‘yo no quiero vivir esto, yo no quiero vivir’ y al decir eso estás descalificando tu sentido de vida, no es que tú buscaste eso, eso ocurrió, tienes que aprender a vivir a pesar de eso”, explicó y agregó que negar la realidad genera el incremento del problema.

De su parte, Suelyng Layman, psicóloga y especialista en neurociencia cognitiva y del comportamiento, expuso que la sociedad local suele buscar como último recurso el apoyo de un especialista y acotó que regularmente la salud mental se tarda en “imposibilitar” al individuo en diversas áreas, puesto que avanza de manera “silenciosa”.

“No siempre se quiere invertir (en salud mental), porque se lo sigue percibiendo como un gasto”, dijo Layman.

Para ella, esta situación ha ido variando en los años posteriores a la pandemia, aunque no en todos los estratos sociales. Además, la especialista apuntó que se requiere una adecuada promoción de salud, acercamiento a jóvenes y padres de familia sobre el importante valor de la atención psicológica.

También cree que se necesita un mayor número de especialistas y la promoción espacios rurales y más vulnerables, haciendo estudios de campos, mapeo de los problemas preponderantes en las zonas y redes de apoyo, principalmente con personas que sufren violencia intrafamiliar y que ya han recurrido a intentos de suicidio.

Layman además expuso que recurrir a una decisión de esta clase se suelen presentar una serie de signos previos y llegar a tomar ese paso suele ser “multicausal”, originado de diferentes problemas de meses atrás, unido por creencias, traumas, y que nunca fueron resueltos.

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“Siempre debemos pensar que cada caso tendrá sus propios matices, pero se suele reconocer que la persona va perdiendo la constancia a pertenecer o formar parte de eventos o situaciones placenteras”, dijo.

Esta especialista consideró que es necesario iniciar con atención psiquiátrica, ya que si hay ideaciones se presentan un cuadro de crisis y luego se deberá continuar a disminuir la sintomatología para poder ingresar con un proceso psicológico.

Ella hizo una serie de recomendaciones como educar en estos temas a padres de familia, cuidadores o red de apoyo para tener mayores herramientas de afrontamiento para evitar conductas de evitación. Asimismo, instó a empoderar a las familias para que se involucren en el proceso terapéutico, para que también reciban atención especializada y dejar de lado ciertos pensamientos como que estos casos son por “debilidad de carácter” o “no quieren poner de su parte”

“Buscar ser más empático y comprender al otro, no todos o todas van a pensar o afrontar las adversidades como usted lo haría o como otro miembro de la familia, por esto no debe compararlo”, comentó.

En caso de emergencias, el ECU911 mencionó que es importante el llamado de inmediato al número de emergencias y si es posible tranquilizar al individuo hasta que llegue personal especializado a socorrer al ciudadano.

Asimismo, ante una emergencia de este tipo, el personal de operaciones suele usar la verbalización como método de persuasión para calmar a las personas que pretenden quitarse la vida.

Desde las cámaras de videovigilancia se realiza monitoreo constante para prevenir, disuadir y despachar los recursos necesarios en la atención a estas emergencias que son catalogadas como clave rojo que es atendida por el personal de gestión sanitaria. (I)