“Yo sí recuerdo a mi madre, pero no su rostro, tengo pocos momentos de ella en mi mente. Pero yo ya la perdoné por haberme abandonado”, dice Angie, una paciente esquizofrénica de 26 años que sufrió el abandono de su madre y familia desde que tenía 4.

La joven recordó que la dejaron afuera de una casa hogar en Guayaquil y que allí creció hasta llegar al lugar que ahora es su hogar: Fundación Sin Barreras (Funsiba).

En esta institución Angie es una de las 85 pacientes que tienen algún tipo de discapacidad intelectual severa y están en condición de abandono, es decir, no tuvieron ni tienen algún referente familiar que vele por ellos.

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Por ese motivo, en su condición de vulnerabilidad, Fusiba los acoge para que a más de que residan allí, puedan tener acceso a un tratamiento médico para su condición, terapia psicológica por su abandono, además de actividades como pintura, canto, actividades motrices, entre otras más, para que puedan en la medida de lo posible ser personas más funcionales y con habilidades.

Así lo explica Driana Heras, directora de la fundación. Ella comentó que este tipo de pacientes tienen un altísimo grado de vulnerabilidad, tanto por el lado de su enfermedad como tal, pobreza extrema, y por el proceso de abandono e incluso abuso sexual que han sufrido en algunos casos.

En la Zona 8 que comprende Guayaquil, Durán y Samborondón son decenas de personas de este tipo de condición (discapacidad-abandono). Algunas aún andan deambulando en las calles, otras componen el grupo de 112 beneficiados por el Ministerio de Inclusión Social y Económica (MIES) en convenio con las casas de acogida de Funsiba y Casa del Hombre Doliente, en Guayaquil.

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En los otros dos cantones no hay este servicio específico.

En Guayaquil hay dos centros que acogen a pacientes con discapacidad y en estado de abandono. Foto: Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

María Gabriela García, coordinadora Zonal 8 del MIES, señala que este grupo tiene una condición de abandono total, que han llegado a ellos por alerta ciudadana, los han encontrado en las calles, los han ido a dejar a los centros de atención pero que en el proceso de ayuda que les brindan ellos tratan de ver- por todos los medios-la forma de acercarlos a su familia.

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“De ese grupo, tenemos 23 casos que tienen un familiar cercano que ya hemos contactado, esperamos que en algún momento pueda restablecer el contacto familiar, que es muy importante, sin dejar de recibir su medicina y tratamiento como tal porque también hay asistencia ambulatoria para ellos”, manifiesta ella.

Angie, acogida en Funsiba, cuenta que durante años personal especializado buscó a su madre, pero no logró hallarla. Luego contactó a un hermano, pero tampoco se concretó una visita. Sin embargo, ella no pierde la alegría de participar en las actividades de arte de su casa: Funsiba.

“Me gusta ser corista, me gusta cantar, bailar, la coreografía”, comenta mientras tararea la canciones de Sharon La Hechicera. Ella, al igual que otras cinco pacientes, integra la agrupación musical Funsiba.

Otra de ellas es Rosanna, quien es la voz principal del grupo, y en su adolescencia perdió a sus padres en un accidente y vivió en las calles, debajo de un puente, hasta que pudo ser acogida en una casa hogar.

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La directora de Funsiba refiere que pese a ser personas con discapacidad psicosocial, intelectual, física, auditiva, entre otras, ellos saben salir adelante, poco a poco pero han logrado conformar una agrupación musical, realizar cuadros en óleo y acrílico, además diversas manualidades.

Los pacientes de esta fundación son de varias provincias, entre esas Santa Elena, Los Ríos, Esmeraldas, Santo Domingo y hasta del Oriente.

Los pacientes también realizan cursos de pintura y luego cuando adquieren ciertas habilidades, junto a su profesor elaboran cuadros que luego son puestos a la venta. Foto: Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

Ellos logran mantener estable y funcional a sus pacientes siempre que estén al día con sus medicinas, que tengan la atención médica, psicológica, sus terapias de arte, sus comidas diarias, un espacio digno para vivir como le ofrecen a diario allí.

Abandono de sus familiares

Driana Hera, directora de Funsiba, cuenta que el abandono de las familias se da porque no tienen conocimiento de la enfermedad o condición con la que nació la persona. El segundo factor determinante es el tema económico, ya que un paciente esquizofrénico, con síndrome de down, autista, entre otros, tienen una medicación especial que necesitan fármacos caros, que incluso en alguno de sus pacientes se invierte $ 700 mensuales en medicación y ese monto es imposible que muchas familias puedan cubrir.

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Sostiene que ellos tienen el beneficio de atención médica constante con especialistas en el hospital Guasmo sur para darles seguimiento y que no tengan recaídas ya que si les falta alguna pastilla, pueden caer en crisis y se generan grandes problemas, por lo que siempre evitan esta situación.

Ella pide a la ciudadanía de que en caso de que conozcan algún caso en condición de calle o que su familia no le dé la atención podrían contactarse a los números de la fundación para ellos verificar la situación y ver la forma de ayudar. (I)