Celebramos a los vestidos negros emblemáticos en la historia de la moda, el cine y en la cultura pop.

Vestido T (1926)

Mientras el resto de vestidos negros tratan de marcar las figuras, Coco Chanel fue la primera en proponer una silueta desestructurada y desenfadada para un cóctel.

El vestido T originalmente se fabricó en crepé chino, aunque en su inspiración más contemporánea Touma empleó una textura brillante y satinada para un mayor impacto en este color.

El ‘robe noire’ (1935)

“Cuando el vestido negro es adecuado, no hay nada más que lucir”, decía Edith Piaf. Aunque en su armario no resaltan etiquetas, el ‘robe noire’ de la cantante es icónico porque era el elegido para todos sus conciertos. Así centraba la atención en su voz; algunos dicen que incluso era por austeridad y para ocultar heridas en los brazos.

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En todo caso, un modelo recto con mangas campana, como el que muestra Touma, confirma la idea de que un diseño sobrio siempre será el más elegante. Y eso es lo que Piaf quería inspirar.

El ‘new look’ (1950)

El legado de esta era de la moda, tramada por el diseñador francés Christian Dior, son las cinturas ceñidas marcadas con cinturones y las faldas frondosas, que no necesariamente llegan al suelo para ser consideradas elegantes.

‘Desayuno en Tiffany’s’ (1960)

Esta creación de Givenchy para Audrey Hepburn simboliza el poder del vestido negro en la cultura popular. Es un modelo cóctel sin mangas, con cuello barco y corpiño ajustado recogido en la cintura.

Touma agregó dos volantes en la rodilla para un ‘look’ más fresco y jovial.

La ‘venganza’ (1994)

Diseñado en seda por la griega Christina Stambolian para un coctel veraniego. Este modelo resaltó la figura de la princesa Diana de Gales y se convirtió en uno de sus looks inolvidables, en especial porque ella no solía vestir siluetas muy ceñidas y escotes descubiertos (cuello bardot).

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‘Ese vestido’ de Versace (1994)

Lo que nos enseñó este modelito con imperdibles gigantes del diseñador italiano es que sí existe una línea delgadísima, casi transparente pero sí existente, entre ser provocativa y ser desafiante y elegante al mismo tiempo. Elizabeth Hurley equilibró estos conceptos con maquillaje y accesorios discretos.

La lección de moda para nuestros días es balancear entre lo que se deja al descubierto y lo que se cubre para mantener cierto aire de enigma en el vestuario. Como este crop top con falda a la cintura.

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Fotos: Víctor Álvarez

Producción: May Ormaza

Modelos: Mariola Vejarano (Señorita La Puntilla 2018) y Nicole Molina (Señorita Samborondía)

Vestuario y accesorios: Nino Touma Building Studio

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Maquillaje y Peinados: Lourdes Barona y Mary Barona, para Gio Villón

Zapatos: Anama

Locación: Hotel del Parque