Pregunta: Tengo 21 años. Hace unos meses tuve un romance que duró poco con un hombre de 26 años que consume cocaína, no sé con cuánta frecuencia. Yo a él lo conozco desde hace años y siempre lo quise aun conociendo sus defectos, porque nunca lo vi como una persona enferma, al contrario, para mí es inteligente, apasionado y divertido. El poco tiempo que estuvo conmigo no hubo ningún problema con ese tema, hasta que lo llamó su ex, que por cierto también consume esa droga. Él solo estaba con ella por dinero y por la coca, nunca la quiso. Pero al día siguiente de esa llamada todo cambió, nunca más me buscó, me evadía y se alejó sin explicaciones. Quisiera saber por qué se comportó así. Siempre fue la excepción para mí y no entiendo cómo le pude importar tan poco. He tratado de verlo como lo que realmente es, un drogadicto, pero no puedo.

Valeria, Cuenca

Respuesta: Valeria gracias por su consulta y su franqueza de expresiones. Realmente tenemos que aprender a ver las cosas y situaciones como realmente son y no como queremos que sean. Si pensamos y creemos que las personas y vivencias son o serán como nosotros deseamos, estaremos autoengañándonos.

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Para muchas personas, consumir drogas es una alternativa de huida fácil, dado que en ella encuentran un falso refugio que los aparta de la realidad y sin darse cuenta van cayendo en un abismo que muchas ocasiones tiene fatales consecuencias.

Es muy común que la persona que acompaña como pareja al drogodependiente se sumerja en una relación tóxica, siendo así parte de un vínculo disfuncional en el cual no encontrará paz ni sosiego.

Es imprescindible que usted se dé cuenta de que la convivencia con tóxico-dependientes es un verdadero infierno. Usted es extremadamente joven, siéntase contenta de que dicha relación tuvo un corto tiempo de duración.

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Si hubiese durado más, seguramente hubiese sido afectada mucho más en su desarrollo personal: se habría desgastado significativamente su autoestima, idealizado aún más al narcodependiente, y se sentiría muy culpable (sin serlo) por los padecimientos del adicto.

Es totalmente comprobable que mientras el adicto a los estupefacientes profundiza su adictividad, su pareja se adiciona, produciéndose así una codependencia, llegando a enfermar la persona sana, dado que la atención hacia el adicto se volvería su razón de vivir. Dicho impulso es irracional y muy severo y requiere atención especializada.

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El drogadicto no es capaz de mantener relaciones estables, no crea verdaderos compromisos (peor, los incumple en su gran mayoría), sea en el plano amoroso, con familiares y/o amigos, así como con sus empleadores. Desarrolla una adicción a la mentira (mitomanía), es inestable emocionalmente y sin confianza en sí mismo. Usted se ha librado de un gran peligro, recuerde que él regresó con la expareja adicta, esto no es una casualidad, es producto de la enfermedad. Usted se encuentra atravesando un periodo de duelo ante la fractura de su relación, está en la fase de negación e incertidumbre. No olvide que para todo narcodependiente el principal y casi único interés es la droga a la cual es adicto, nunca podría ser usted u otra persona, por buena que sea.

Realmente no llegó a conocerlo y puso muchas expectativas en él. Su frustración es comprensible, ¡pero adelante! ¡No se deje vencer! Usted saldrá y vencerá.

Dr. Eduardo Santillán,
Ph.D., neuropsiquiatra, psicopatólogo clínico y neuropsicólogo, psicólogo clínico, psicoterapeuta, especializado en casos complejos y traumáticos. Sexualidad, psicosexualidad. neuropsicoinmunoendocrinología y neurociencias.
Telf.: 098-017-5745.