Más que cualquier otro lugar de este país multiétnico, Salvador está empapado de cultura afrobrasileña: desde el culto a las deidades yorubas (orixás) hasta la práctica acrobática del capoeira y la cocina sazonada con el naranja intenso del aceite de palma y condimentada con una dosis de ají más picante de lo que soporta el paladar del resto del país.