El cantante, compositor y productor Érick Iglesias Rodríguez, de 30 años, más conocido por su nombre artístico Cimafunk, ofrece una mezcla sutil y audaz de funk con música afrocubana. Mezcla  estéticas musicales negras, como el funk, el blues, la rumba, el son y el chachachá.

El mestizaje musical del caribeño tuvo su primer asentamiento concreto en octubre de 2017 cuando lanzó su primer álbum al que tituló Terapia, porque es lo que hacer música representa para él. 

El  proyecto musical, compuesto y producido por el propio artista, tuvo  la colaboración de músicos cubanos de prestigio como Roberto Carcassés (piano), Ernesto Ermidas (bass), Héctor Quintana (guitarra), Adel Gonzales (percusiones), Brenda Navarrete (percusiones y canto), entre otros.

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Cimafunk grabó las canciones de este disco  en un pequeño estudio dentro de su casa  y  ya está planeando un segundo álbum con nuevas canciones. “Hasta ahora no tiene un nombre o un tema”, dijo. “Quiero ver qué hace feliz a la gente en esta gira”.

Sorprendentemente, uno de sus seguidores más felices resultó ser el español Alejandro Sanz, quien hasta lo invitó a cantar junto con él Corazón partío en el Madison Square Garden de Nueva York.

Sus espectáculos se han convertido  en una celebración única en La Habana, y sus sencillos Me voy, Paciente, Parar el tiempo y Ponte pa’ lo tuyo se bailan por todo el mundo y lo han convertido “en la revelación del año en Cuba”. Aunque no lee ni escribe música, las canciones y sus sonidos nacen en su cabeza que luego transmite a su equipo para comenzar a trabajarlas.

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“Mi sonido es muy cubano, tanto lo musical como el texto. Yo canto como se habla en Cuba”, explicó. “El proceso creativo para dar con este sonido no fue premeditado. Yo estaba haciendo música en otras bandas  hasta que decidí hacer lo mío aparte. Me relajé y salió”.

Artísticamente reivindica sus orígenes africanos. Su música se dirige al futuro y se apodera de los cuerpos durante conciertos eléctricos. Este espectáculo estelar y altamente bailable no deja a nadie indiferente. 

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“Es solo felicidad y diversión”, dijo el cantante de 30 años para NBC, sobre el mensaje que quiere transmitir a la gente a través de su música y sus letras. “Todo depende de ti qué hacer con tu tiempo. Para mí, las cosas más importantes en la vida son la familia, el amor, la comida y el sexo”, comentó.

Su vestuario vintage sorprende en escena, le da importancia al show a la manera de los íconos del funk setentero o de los big bands cubanos de los años cincuenta como Benny Moré. Con sus ocho músicos cultiva una “alquimia  hecha de un groove eficaz y de improvisaciones musicales, vocales y danzantes”.

De médico a músico

Siguiendo una de las profesiones cubanas por tradición, la medicina, Érick descubrió que su verdadera pasión se encontraba en la música. Casi toda su familia practica la medicina, incluyendo a su madre, pero hasta ella, reveló,  logra cantar por toda su casa una melodía perfecta sin desafinar.

 “Estaba en la clase de Bioquímica un día, y cuando salí, fue cuando lo supe”, recuerda. “Acababa de ver tocar a Ray Fernández (músico cubano) y él me impactó mucho. Sentí que necesitaba provocar en la gente esa reacción. Tomé mi decisión radical por él”.

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En 2014, dejando atrás el sueño de una bata blanca, Érick se unió a la agrupación Interactivo como cantante y compositor. Ese grupo, dirigido por el pianista y compositor Roberto Carcassés, se caracteriza por hacer una fusión de jazz-funk-timba y cuenta con numerosos músicos, pilares hoy en día del medio musical cubano.

A finales del mismo año  participó en la fundación de la banda Los Boys, que rápidamente llegó a ser un imprescindible de la vida nocturna habanera. La banda se destaca por su repertorio funk y pop que mezcla covers y temas propios.

Pronto se embarcaría en un crucero  de ocho meses donde tocó las versiones de músicos como Stevie Wonder y Marvin Gaye mientras también aprendía  a dominar el  inglés con mayor fluidez.

A fines del 2016, Érick se separó de Los Boys y decidió emprender una carrera en solitario bajo el nombre artístico de Cimafunk. Dicho nombre hace referencia tanto a su herencia de cimarrón como a la esencia de su música que trata de escaparse de caminos conocidos jugando con grooves bailables.

Su último sencillo se llama El potaje, con el cual asume el reto de producir un tema con leyendas de la música cubana: Omara Portuondo, Chucho Valdés, Pancho Amat y la Orquesta Aragón. La canción, compuesta para el Día de la Cultura Cubana (20 de octubre),  un homenaje al pasado, al presente y al futuro de la música cubana.

El videoclip de este sencillo fue dirigido por el realizador Daniel Arévalo, con quien Cimafunk ya había colaborado para el videoclip de Ponte pa’ lo tuyo ft. Juana Bacallao, El Tosco y Roberto Carcassés.

“Voy a tocar música y seguir disfrutando y teniendo felicidad. Estar en el escenario es mi parte favorita de la semana y hacer que la gente disfrute el espectáculo. Pienso que es lo más importante, a lo que le pongo siempre el mayor peso. Creo que si yo gozo el momento, la gente también va a gozar. Al menos yo sí que voy a gozar”.