No hace falta mucha imaginación para temer las consecuencias de una aplicación de reconocimiento facial que realmente funcione: introduciendo una foto, cualquiera sería identificable mientras estuviera en un sitio público. Por el Estado, pero también por ladrones y estafadores, acosadores o violadores. Quienes asistan a una manifestación política, por ejemplo, pueden temer ser identificados. Según una investigación del The New York Times, esa aplicación ya existe: la de la start-up neoyorkina Clearview AI.