Alrededor de cuatro paredes nos encontramos estos últimos días. Al principio un poco más relajados tratando de sobrellevar este encierro obligatorio, pero ahora que han pasado algunos días podemos empezar a experimentar sentimientos distintos a lo del inicio.

Podemos decir, siendo un poco melancólicos, que estamos alejados del mundo exterior, que ya dejamos de conocer a nuestros vecinos. Que esa vuelta que antes dábamos por nuestro barrio, se ha vuelto un poco lejana.

Estamos empezando a valorar lo que en algún momento lo dimos por sentado. Abrazos y amor de familia y amigos, disfrutar de distintos paisajes o llamémoslo simplemente libertad.

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Creo que a estas alturas podemos darnos cuenta de muchas cosas, y no se si las que les voy a escribir las hayan tomado en cuenta. Si no, espero que a través de estas palabras pueda trasladarlos a ese sentimiento, ponerlos en ese lugar, desde esa perspectiva y tomemos mejores decisiones.

No somos los únicos que vivimos de manera obligatoria encerrados en un par de paredes, sin importar el tamaño, en algún momento todos nos sentimos igual. En los zoológicos, los animales son secuestrados de su hábitat, de su naturaleza, para ser encarcelados en cuatro paredes de cemento para ser expuestos al entretenimiento de nosotros los humanos. Para empezar, en su naturaleza no hay cemento. Imaginen, creo que ya lo pueden hacer, pasar de ser libres en entornos eternos llenos de naturaleza, sonidos de pájaros y otros animales, para que de un segundo a otro, sin motivo alguno, rapten tu libertad e integridad y ser expuesto como rata de laboratorio para que un sinnúmero de visitantes te vean como bicho raro, y otros se forren los bolsillos a costa de tu libertad.

¿Estamos viviendo algo similar, o no? Los animales en encierro empiezan a sentirse deprimidos, casi inmediatamente que son arrastrados de su hogar. Tal vez no nos fijamos porque pasamos un par de minutos por esas pequeñas jaulas, pero psicológicamente están atormentados, sin poder desarrollarse como animales.
En este momento podemos ponernos en su lugar, sentir lo que sienten de manera injusta y dejar de aportar a un negocio que solo beneficia a unos cuantos ‘empresarios’.

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Y si no nos queremos ir muy lejos, tenemos animales, que sí, ya después de más de 10 000 años están domesticados, nos acompañan con todo su amor y sin ser obligados a estar en estas paredes junto a nosotros. Me refiero a los perros, y porque no, a los gatos también... aunque ellos son un poco más solitarios.

Ellos ahora están disfrutando de nuestra presencia en casa. No tienen idea lo que pasa en el mundo ni por qué pasamos tanto tiempo. Pero los perros, sin duda, están felices con nuestra compañía. Los gatos, por otro lado, sí pueden estresarse un poco, ya que su rutina cambia. Pero ya que hablamos de estos animales, que son domésticos hace aproximadamente 10 000 años, los perros, ya se dan cuenta porque se emocionan tanto tanto, cuando ustedes los invitan a dar una vuelta por su cuadra, a pasear o a hacer sus necesidades biológicas. Porque todos necesitamos disfrutar del mundo en su totalidad, de distraernos un momento, de disfrutar nuevos sonidos, olores y colores. No importa qué especie seamos, todos estamos en busca de la libertad.

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Y esa libertad les propongo que la empecemos a vivir desde hoy, en la manera en la que vivimos, a los espectáculos y entretenimientos que paguemos, que no estén involucrados de encierros ni maltrato animal.
Pronto volveremos a vernos y a abrazarnos, pero no se olviden de quienes se mantienen encerrados bajo paredes de cemento, tristes y esperando pronto su libertad.

bsalame@gmail.com