Con la obra que voy a comentarles me sentí muy, pero muy mal, por un lado, y orgullosa, por otro. A continuación sabrán el porqué: Sinónima y Antónima es una comedia absurdamente virtual (vía Zoom) que pudo llegar a nosotros gracias a la plataforma buenplan.com.ec.

La obra muestra a dos educadoras de la 'Escuela Fiscal 4 Hemisferios' y narra cómo, por disposiciones de altos mandos, hay que reformar la malla y recortar todo lo que les sea posible".

La dramaturgia estuvo a cargo de María Beatriz Vergara, quien a la vez actuó junto con Juana Guarderas. De la dramaturgia aplaudimos el tomar el riesgo de crear algo desde este contexto “viruso”.

La obra muestra a dos educadoras de la “Escuela Fiscal 4 Hemisferios” y narra cómo, por disposiciones de altos mandos, hay que reformar la malla y recortar todo lo que les sea posible. Esto no se puede ejecutar sin que el absurdo ronde en las líneas de la dramaturgia representada por las actrices.

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El absurdo, el teatro del absurdo, es bastante pertinente para lo que estamos viviendo los ecuatorianos. Por eso esta comedia es sencillamente inteligente. Hay que destacar que no pudo llevarse a cabo sin un buen equipo audiovisual (Fer Vallejo y Dee Echeverría; Vivi Yépez) muy particular, el cual debe ser de una forma específica para diferenciar lo que estamos viendo, con un programa cómico de televisión.

¿Por qué el absurdo? Porque es necesario. Se dijo en la conocida emblemática obra Ubu Rey, de Alfren Jarry: “... relatar cosas comprensibles solo sirve para entorpecer la mente y desviar la memoria, mientras que el absurdo ejercita el cerebro y hace trabajar la memoria”. Sinónima y Antónima, y gracias a las geniales actuaciones, lo logra. Destaco el acento “aculturado”, que desde la teoría teatral podría significar en este caso, que no tenían acento serrano. No es ni más ni menos importante señalarlo, pero sabiendo que iba a ver una obra de actrices de la Sierra, esperaba escuchar el acento y este no estuvo. Eso habla del trabajo extraordinario de las actrices al mostrar su neutralidad vocal, con voces propias de personajes construidos desde la cautela.

Se trató de una experiencia fenomenal, porque no solo la obra fue del absurdo, sino también lo que sucedía con los demás espectadores, de los que algunos fuimos sus voyeurs".

Esta obra virtual tuvo dos momentos: uno que fue grabado y editado, y otro que fue literalmente una videollamada por Zoom, en la que hubo interacción con los casi 70 asistentes.

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Se trató de una experiencia fenomenal, porque no solo la obra fue del absurdo, sino también lo que sucedía con los demás espectadores, de los que algunos fuimos sus voyeurs. Se nos advirtió apagar micrófonos y cámaras, pero a varios se les escapó. El convivio teatral tomó otra forma, sin precedentes. Yo, gozaba.

En medio de la obra, los mensajes de texto de los asistentes no paraban de llegar. Se estaban quejando del audio, de lo mala que estuvo la obra, etc. Hasta llegó un momento que una espectadora, María Isabel, encendió el micrófono y dijo que es lo peor que pudo haber visto, que había botado su dinero y que “qué pena”. Los mensajes en el chat seguían.

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Al día siguiente nos llegó un correo electrónico a todos los espectadores, escrito personalmente por la directora de la obra reconociendo su error, con el corazón partido...".

Al día siguiente nos llegó un correo electrónico a todos los espectadores, escrito personalmente por la directora de la obra reconociendo su error, con el corazón partido y ofreciéndonos devolver el dinero o darnos un pase gratis para otra obra. Pero aquí entre nos, esta es la mejor obra online que he presenciado.

Sin embargo, esto fue lo que me hizo sentir mal: el saber que los espectadores guayaquileños somos tan conformistas con el teatro que nos dan acá y los actores locales son tan egocéntricos que no aceptan críticas. Por eso me reitero como crítica de teatro y reafirmo mis posturas anteriores.

No se pierdan Sinónima y Antónima, hoy a las 20:30. Ellas sí comienzan puntual. (O)

ojosecosec@gmail.com

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