El crédito de las reuniones de Kiruba a través de los años se lo lleva María José Blum: es la respuesta unánime de sus compañeras, que resaltan el poder de persuasión de la guayaquileña, concretado en los conciertos realizados este mes en Quito y Samborondón.

No significa que hubiera pocos deseos de verse: la familiaridad es notoria, pero la distancia física es considerable; solo Blum y Diana Rueda viven en nuestro país. En entrevista con este Diario unos días antes de los shows, ellas y Cecilia Calle recordaron su historia, mientras esperaban la llegada de los vuelos de Mariela Nazareno y Gabriela Villalba, y así completar el quinteto que debutó en 2003.

¿Qué ha cambiado en ellas? “Mis hijos me han hecho crecer muchísimo, me han hecho aprender de los errores cometidos”, dice Cecilia Calle.

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“La gente mantiene la esencia, pero va madurando sus actitudes y maneras de pensar”, opina Rueda. “Hemos ido creciendo, pero queda ese niño interno que cada uno carga. La Kiruba interna”.

Pasaron juntas los últimos años de su adolescencia, y ahora que las edades de todas rondan los 40, la amistad se mantiene. Foto: Cortesía

Calle (43) es la mayor del grupo y la primera en dar su versión de los hechos. Llegó desde Miami, donde reside desde hace ocho años. En 2018 tuvo que acortar su participación en las promociones por los 15 años de Kiruba por motivos personales. “Poco después empezó el tema de mi divorcio y un montón de situaciones que no me daban tiempo para el proyecto”.

“¡Pero estuvo en todo el proceso! Lo único que no hizo fue grabar uno de los temas”, interviene Blum, protectora de la unidad del equipo.

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Seis años después, Calle, cuyos hijos tienen 18, 11, 10 y 9 años (el mayor está formándose como músico profesional), está en una nueva relación y se ve más libre para viajar y volver a ser cantante por unos días. “Ellos no vinieron conmigo, hubiese sido mucho más trabajo”.

Su vida actual está enfocada en el yoga, que es como mantiene su estado físico, y el canto se ha vuelto ocasional. “Estuve cantando en una iglesia, porque me encantaba, pero nada profesional. Para el tema artístico no he tenido tiempo”, confiesa. “María José me convenció... No hay cómo decirle que no”.

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¿Volver al escenario le dio nervios? No, emoción, responde Calle. “Kiruba está tan grabado en mi subconsciente que en el momento en que nos reunimos todo fluye, ya está el casete ahí puesto. No ha sido difícil, cada una ensayó por su lado. Todo se puede ahora gracias a la tecnología”.

Artista y luchadora, Diana Rueda

La siguiente en llegar a la conversación es Rueda (42), quien en los primeros años como Kiruba poseía cierta aura de misterio y rebeldía y ahora no tiene inconveniente en bromear con eso, mientras ajusta los equipos: “Yo siempre peleo con el micrófono, con la cámara, con todos en general”.

Antes de ser Kiruba ya era estudiante de Bellas Artes y eso nunca ha desaparecido. El dibujo, la pintura y las artesanías han sido su ocupación constante, y durante un tiempo mantuvo la marca de tejidos Arropilla. Es una actividad buena para el estrés y la creatividad, pero exigente con las manos. Padeció de túnel carpiano y, para no perder la posibilidad de seguir tocando la guitarra y dibujando, cerró la era del tejido.

Rueda es soltera y sin hijos, y constantemente está en audiciones de locución, cantando covers y temas propios, incluyendo una colaboración con César Galarza, de Verde 70. “Me interesa mucho la radio y los pódcast, así que será en un par de años”. En cuanto al dibujo, está pensando en presentar una muestra dentro de poco. Los conciertos de Kiruba no estaban en los planes hasta que llegaron.

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María José Blum y su persistencia

María José Blum (39) agradece haberse mantenido en el mundo actoral, porque de allí salió su programa infantil web Guinguiringongo, con el que lleva adelante una campaña de valores tradicionales. Al mismo tiempo, está en el elenco de la obra de estreno Pijamada (en el Teatro Sánchez Aguilar). Y ha seguido activa en la música como vocalista de Emotion Band durante una década, algo que le dio impulso para gestionar los recientes conciertos de Kiruba en Quito y en Samborondón.

“Estoy en varios proyectos al mismo tiempo, poniéndole cabeza a todo, pero el proyecto que más disfruto –revela la segunda menor del grupo– es volver a estar con mis amigas, y se nota, porque siempre las obligo a que vengan”, sea desde EE. UU., desde Australia (donde vive Gabriela Villalba, 39) y desde Alemania (hogar de Mariela Nazareno, 41).

“La amistad no puede terminar simplemente porque se acaba un proyecto”, argumenta Blum, quien está casada y tiene dos hijas. “Ser colegas de trabajo no es lo único que existe entre nosotras, sino una hermandad. Crecimos juntas”.

Después del reality quedó una familia llamada Kiruba

Pero al inicio no fue la camaradería lo que las unió, sino el compromiso que adquirieron al firmar un contrato con la producción de Popstars. Y lo que les dio identidad fue la convivencia. “No todo es bonito”, dice Rueda con su habitual franqueza. “Cuando entras a un concurso no sabes si vas a ganar. Tú no decides. Lo que compartimos son las experiencias difíciles de haber estado en un reality en el que te exigían mucho, en el que estabas todo el tiempo en tensión”.

Kiruba brindó dos conciertos en Samborondón y Quito este mes de julio. Foto: Soledad Rosales

Y después, convertirse en la primera agrupación femenina ecuatoriana de pop salida de un programa de telerrealidad. Y darle continuidad, sin conocer las responsabilidades que conllevaba. “No teníamos referente; ninguna se imaginó el alcance. La gente ve todo lo lindo, editado, practicado, pero no saben todo lo que hay detrás. Tuvimos problemas de salud, tristeza, depresiones, alegrías. Eso te marca”, piensa Rueda, y sus compañeras asienten. “Hay momentos en los que te encanta el grupo y es tu vida, y otros en los que dices: ‘No quiero volver a verlas, no quiero saber nada’”.

Veinte años después, ninguna se incomoda por estas declaraciones. Todas pasaron por la misma gama de sentimientos. “La mejor palabra para describirlo es como una familia”, interpreta Calle. “Tú no escoges la familia en la que naces”. Y aún se admira de la longevidad del grupo en la memoria de la gente. “Lo que mantiene vivo a Kiruba no somos nosotras; es el amor del público. En Miami encuentro ecuatorianos que se acuerdan de nosotras. Si la gente no nos recuerda, el proyecto no florece”.

Blum, en cambio, tiene total fe en sus compañeras. “El que es artista, es artista. Cuando eso está ahí en tu sangre, estar en el escenario con tus amigas y tus compañeras no tiene precio. Nos pusimos nerviosas, pero es el nervio que siente el artista cuando disfruta lo que hace. En el momento en que vuelves a estar en contacto con el público te sale esa esencia que siempre has tenido”. Sus amigas la escuchan atentamente y admiten que, cuando van a conciertos de otros músicos, sienten nuevamente el llamado a subir a la tarima.

¿El último concierto? ¿Por qué Kiruba no se separa?

Con pocos días de ensayo, tuvieron que apoyarse mucho en la memoria para las canciones. “No sé qué pasa –dice riendo Diana Rueda–, pero escucho un tema y sé qué parte canta María José, qué parte hace Cecilia...”. Se les han quedado grabadas en el disco duro, confirma Calle. Algo que no pasa con las coreografías, que han tenido que dar paso a la espontaneidad.

Sus voces, si bien siguen siendo reconocibles, han cambiado, pero creen que ha sido para mejor. Y en cuanto a personalidad, allí está el que ven como el mayor salto. Cada cual salió a la plataforma con su propio estilo, y Calle explica la razón. “En el reality nos dijeron: ‘Tienen que vestir esto, este es su estilo y este es el producto’, y lo entiendo, pero ahora queremos que cada una sea libre y sin filtros”.

Este no solo fue el reencuentro de Kiruba, que ha estado físicamente distante y viviendo en diferentes hemisferios durante años, “pero no ausente en espíritu ni de corazón”. En el espectáculo Flashback 593 volvieron a ver a artistas ecuatorianos que estaban en auge justo cuando ellas debutaron y con los que no habían coincidido en años. Danilo Parra, Tercer Mundo, Pamela Cortés, el grupo Clip, AU-D y Sergio Sacoto. Con este último grabaron un sencillo en 2017, cuando eran Hada 4, Estoy volviéndome loca.

Y tampoco es la última vez que las vemos juntas, aclaran, para que no se hable de despedidas definitivas. “No sabemos qué va a pasar”, aventura Rueda. “Sería ideal que pudiéramos reunirnos después y hacer otros shows; estamos a favor… pero lejos”. Cada vez que se reúnen dejan abierta la posibilidad de que haya un concierto más. Solo se han despedido una vez, de manera “necesaria y obligada”.

Calle atesora buenos recuerdos, pero su vida ha estado llena. “Desde que me volví madre, mi prioridad han sido mis hijos y mi familia. Este reencuentro me da sanación. Siempre voy a tener mucho cariño a las chicas, a la música, a esa alegría de volver a creer en un proyecto. A pesar de que tenemos un poquito más de 40, todavía podemos encender el corazón”.

Rueda lo toma con filosofía. “Todo pasa como tiene que pasar. Con los años te vas dando cuenta de para qué fue. ¿Por qué nos separamos? La razón general la tenemos clarísima. ¿Para qué me sirvió? En mi caso (‘Voy a decir algo muy yo’, anuncia, haciendo reír a todas), ¡para no volver a meterme en un reality nunca más en mi vida!”.

“Después de la pandemia nada podemos dar por sentado”, advierte Blum, que soñó que el retorno sería en 2020, y vio ese deseo postergado. “Que sea lo que Dios quiera”. (E)