La institución de los deberes es más antigua de lo que podemos recordar. Quien escribe este artículo los tuvo que hacer en su época escolar hasta la universitaria, sus padres también. Ahora son la realidad de los hijos y sobrinos de nuestra generación y eventualmente de quienes lleguen después de ellos. ¿Alguien recuerda su tiempo de escuela o colegio sin tareas en casa? Improbable.

Para algunos niños, la carga de deberes escolares puede representar momentos de tensión o de sentirse abrumados, para otros bien podría ser una oportunidad de independencia. Cualquiera que sea el caso, lo cierto es que por ahora parece que los deberes seguirán existiendo en la historia de la humanidad y hay que saber lidiarlos en familia.


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“Los deberes se supone que deberían ser un refuerzo o un repaso de algo que se ha visto en las aulas”, resalta Marcela Frugone, investigadora en temas de familia de la Universidad Casa Grande. La docente reconoce que actualmente hay un gran debate entre los educadores y expertos sobre si debe o no debe haber deberes.

Beneficios de los deberes escolares en casa

“A mi juicio son importantes, en la medida en que sean bien diseñados y planificados. Para mí, enviar deberes a niños pequeñitos no tiene sentido, hablando a nivel de jardín de infantes, de educación inicial, más aún si lo que se le está tratando de pedir es que haga una maqueta, porque la van a terminar haciendo los papás. Pasando a segundo de básica, el deber podría ser un pequeño refuerzo o resumen de lo que trabajó en clases, incluso una motivación a leer material adicional”, ilustra Frugone.


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“El debate con los deberes no es solamente si se deben mandar o no, sino el tipo de deberes que se envía, que tiene que ser algo significativo para que el niño tenga el interés de hacerlo, y significativamente adecuado para todas las edades, como una forma de fomentar el interés de poder seguir estudiando, porque es algo valioso y no verlo como una carga de trabajo”, añade la especialista ecuatoriana.

En este mencionado debate se ha reflexionado sobre el objetivo de las tareas escolares, que no solo se enfoque en aumentar las habilidades académicas, sino en desarrollar otras destrezas personales, expone la psicóloga clínica Cara Goodwin en el artículo ¿Son buenos los deberes para los niños? (Psychology Today, 2023). Los deberes pueden ayudar a construir las bases de la responsabilidad, de la gestión del tiempo, de la persistencia a conseguir las metas, incluso, dice, en general puede incrementar la participación de los padres en la escolarización de sus hijos.

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No obstante, aclara Goodwin, “muchos deberes” pueden impactar negativamente, al reducir el tiempo libre para jugar, lo cual es esencial para el desarrollo del lenguaje, las habilidades cognitivas, de autorregulación y las socioemocionales. Además, podría interferir en la actividad física: mucha tarea se podría asociar con un alza en el riesgo de sobrepeso.

Entonces, ¿cuál es la cantidad recomendada de trabajos escolares en casa? “Las investigaciones sugieren que la tarea no debe exceder de 1,5 a 2,5 horas por noche para los estudiantes de secundaria y no más de 1 hora por noche para los estudiantes de primaria”, responde Goodwin.

Cómo establecer una rutina para hacer los deberes


La familia tiene la responsabilidad de construir el espacio y los hábitos para que los niños cumplan con los deberes. Para Marcela Frugone, una rutina simple de seguir es llegar a casa después de la escuela o colegio, comer, bañarse, descansar unos 20 a 30 minutos y hacer la tarea. Nunca frente a la televisión y siempre en un espacio de la casa destinado y adecuado para hacerlo.

“O si soy una mamá que trabaja, llego del trabajo y antes de la merienda siento al niño a hacer los deberes, y estoy pendiente acompañándolo, instaurando un hábito que después podrá desarrollar solo”, agrega.

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“Para que un hábito se pueda desarrollar solo, depende de la disciplina que la familia tenga en todos sus demás hábitos, porque no podemos esperar que el niño sea superindependiente para hacer los deberes si es superdependiente para todas las otras cosas que él hace”, destaca la docente. “Hacer los deberes son hábitos que las familias deberían poder construir y que a veces no lo hacen porque dicen que es difícil. Lo difícil realmente es vivir sin hábitos y rutinas, porque la vida se hace un desastre”.

Instaurar un hábito o una rutina a un niño puede tomar de 15 días a un mes, y de ahí es importante reforzarlo. “Usted está tomando el tiempo y las energías para construir de manera positiva un hábito que le ayuda a los hijos construir su independencia, a ser autónomos y responsables”. Frugone recuerda que a los adolescentes también hay que hacerles seguimiento. “Pero debería ser parte de nuestras conversaciones. Preguntarles si tuvo bastantes deberes, si necesitan ayuda. Creo que a los adolescentes les hace falta mucho saber que uno está pendiente de ellos y de sus cosas, y que estudiar es una parte relevante de sus vidas”.

Incluso si los dos padres trabajan al mismo tiempo, la persona a cargo del cuidado del menor debería saber su rutina y vigilarla para que se cumpla. “Los padres también le podemos decir a esta persona ‘quiero que tú me ayudes a hacer el seguimiento’. También puede haber una llamada al niño, preguntarle cómo va, si está preparado para sus tareas, decirle qué chévere que esté avanzando, para que cuando uno llegue ya esté libre de los deberes y podamos hacer cualquier cosa juntos. El tono para referirse al tema también tiene mucho que ver”.

¿Entonces, existe una edad ideal para que los niños hagan deberes solos en casa?


Es una pregunta compleja de contestar. Tiene múltiples matices, deja ver la educadora Frugone. “Depende de las características del niño, pero debería ser que un niño entre las edades de 8 y 10 años ya puede ser independiente como para revisar los deberes, y que tenga instaurado el hábito de completar su aprendizaje o de seguir aprendiendo”.

También tiene que ver con la complejidad de las tareas. En algunos casos necesariamente requiere la presencia de un adulto, entonces es difícil que el niño haga solo el deber en casa.

Como sea el caso, siempre debe estar por medio la disciplina. “Los niños no pueden estar haciendo los deberes a las 22:30, 23:00, no pueden pasar haciendo nada toda la tarde... Veamos el deber como un momento de autoaprendizaje. Si estoy esperando que mi niño pueda ser autónomo a lo largo de su vida, tengo que ir construyendo escalones de autonomía que le permitan a él llegar a esa meta. Porque cuando vaya a la universidad no vamos a estar atrás de él. Pensar que cada paso que conquista es para el desarrollo de su hijo en el presente y en el futuro”.

Ayuda: Qué hacer con los proyectos escolares a última hora

Películas y series de televisión con historias de adolescentes suelen incluir escenas con el estudiante surfeando el caos, porque dejó un proyecto escolar a última hora, después de saltarse el plazo que le dieron, como una semana hasta un mes. Suele ser un momento cómico en estas producciones, pero en la realidad no es del todo gracioso. Es un tema serio.

“Eso es un trabajo mal diseñado” para los estudiantes, opina Frugone. “Un trabajo a largo plazo es un trabajo final. Entonces, debería haber momentos en la escuela para revisarlo, revisar la planificación, volver a mirar la etapa 1 del trabajo. Para evitar que se haga un trabajo a última hora debería ser retroalimentado, en el proceso los chicos me van a traer el mundo hecho de tal manera”. (I)