¿En cuántas reuniones de padres de familia ha estado? ¿Y cuántas veces ha querido salir de allí? A esto se suma la nueva forma de encuentro de los últimos años, el chat grupal de representantes, que estará en comunicación continua, como mínimo, todo el año escolar.

Tener una buena relación de convivencia no es fácil, será inevitable uno que otro desacuerdo, y a la escuela le compete mediar en situaciones que a veces salen de lo académico, como la organización de fiestas de cumpleaños fuera del plantel.

La psicóloga Toyi Espín de Jácome, orientadora familiar y directora del Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) de la Unidad Educativa Israel, explica que esta área está atenta a que los padres puedan llevarse bien. Lo primero es afirmar a las familias para que enseñen a sus hijos que van a encontrar situaciones adversas en la escuela y en cualquier otro ambiente. “Y prepararlos para la vida”.

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Ella tiene dos recomendaciones para la interacción en la versión virtual del grupo de padres:

  • Tener cuidado con las opiniones emitidas. “Podemos estar afectando a otras personas; pensemos que estamos para ser conciliadores y para sumar, no para dividir”.
  • Mantener en la mira el objetivo por el que existe el grupo o por el que hay una directiva o comité: ¿son los deseos o el estilo de los padres o es el bienestar de todos los estudiantes?

La pericia del líder o administrador de ese grupo es importante. La convivencia no dependerá de una sola persona, sino de todo el grupo; cada uno aportando las habilidades que tiene para servir a toda esa comunidad. “No pensemos en servir solamente a nuestro hijo o hija, estamos actuando en función de todo el grupo”.

Piense que no solo está en representación de su apellido o de su hijo, sino que es parte de un esfuerzo colectivo en favor de todos los niños del aula y de la escuela. Foto: Shutterstock

Parte de ese beneficio es dar un ejemplo de interacción para los niños, que perciben y reflejan lo que ven y escuchan de sus padres. ¿A mamá no le gusta esta señora? Tal vez a mí tampoco me guste entonces mi compañera, por ser su hija.

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A partir de esto se puede discutir y establecer unas reglas para el grupo, y ponerlas por escrito. “Siempre digo que los acuerdos hay que escribirlos para poder recordarlos; cuando los hacemos verbalmente, los olvidamos”. Reglas y compromisos, añade la psicóloga Espín, “para saber a qué me comprometo, qué puede aportar cada uno individualmente”.

Sugerencias de reglas:

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  1. En el grupo no se hablará mal de las personas. “A veces queremos atacar a la persona, más que sus acciones”.
  2. Si hay un problema personal, si un padre siente que su hijo ha sido afectado, es preferible hablarlo directamente con la maestra o rectora, antes de ventilarlo en el grupo presencial o virtual.
  3. Decidir de qué se hablará en el grupo, y atenerse a ello. Temas sobre la clase, actividades escolares, medidas de bioseguridad y transporte; pero evitar, como en cualquier lugar donde importe mantener la paz, comentarios que salgan de ese ámbito, como mensajes comerciales, políticos, religiosos y deportivos. Puede empezar como una broma o un comentario bienintencionado, para luego escalar.
  4. Los integrantes del grupo también deben entender que manejan información sensible de los niños y sus familias, y entonces deben mantener la confidencialidad sobre estos datos. No divulgar los nombres de los compañeros de clase de sus hijos, ni de los padres, o su condición económica, lugar de trabajo, estado de salud, entre otros.
  5. Para escoger al líder, guíese por la prudencia y su habilidad social, más que por su simpatía con usted. Si la escuela o el maestro convoca a tomar esta decisión, poner de antemano requisitos y responsabilidades, para evitar que alguien se proponga por emoción y luego no tenga el tiempo o el deseo de invertir en una tarea social.

“Habría que analizar si la persona que va a llevar nuestra voz, sea de propuesta, de protesta o de denuncia, lo hará de forma educada, cordial y gentil, sin perder esos valores que son importantes para mantener la sana relación entre padres y directivos”, concluye Espín.

Acuerdos mínimos para la convivencia escolar

El proceso educativo no es exclusivo ni de los profesores ni de la educación, sino que se comparte entre la institución educativa, los docentes, la familia y la sociedad. De ahí la necesidad de tener grupos de padres para que participen de las decisiones.

Por supuesto, en estos espacios convergen personas diversas, especialmente en lo cultural, pues así vivamos en una misma ciudad o comunidad, los estilos de cada familia son distintos.

Desde su experiencia, lo que la escuela puede proponer es algo conocido como una ética de mínimos, explica David Moromenacho, antropólogo, educador y coordinador pedagógico de la Corporación para la Educación Audiovisual Francisco Xavier (Ceafax). Los mínimos son condiciones básicas para comunicarse, entenderse y colaborar en situaciones que involucran a niños de otros padres.

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“Cuando las familias envían a sus hijos a la escuela, están pensando en un proyecto de vida, y confiando parte de él a una institución que los acoge”. Moromenacho aconseja a la familia conocer cuáles son los roles y los alcances de la institución educativa. Por ejemplo, ya que hay grupos, debe haber un código de convivencia que la escuela debe elaborar y garantizar que se cumpla.

Moromenacho cree que en la sociedad ecuatoriana los padres todavía tienen cierta consideración y respeto a la institución y a los maestros, pero reconoce que es algo que siempre está en tensión. Y que esta tensión llega fácilmente a los niños.

“Ahora que hay muchísimos más canales de comunicación va a implicar a la vez un beneficio y un riesgo”. El primero es que la información circula más rápidamente, es instantánea, y el riesgo viene por las distintas perspectivas que saltarán al mismo tiempo sobre temas que atañen a la educación y crianza. Por ejemplo, hay padres para los cuales es muy importante que los niños tengan buenas calificaciones y lleguen al top. Otros pueden estar más relajados.

De antemano, hay que ir con la premisa de que estas diferencias no deben tener impacto directo en la cotidianidad de los niños en la escuela. Que el rol de los padres es ser acompañantes del proceso educativo, pero que los protagonistas del día a día del aula (métodos de aprendizaje, tareas) son los niños, y dirigir este tiempo les compete a los docentes.

¿Hay normativas para tratar los asuntos de los grupos de padres? “La normativa legal en el Ecuador establece una serie de protocolos respecto de los conflictos al interior de las instituciones educativas, aunque estos se han extendido a espacios de reciente aparición, como los chats grupales, donde los protocolos no están del todo claros.

“Allí la participación del DECE es fundamental para intervenir en caso de que haya un conflicto, en un marco legal”, dice Moromenacho. También es cierto que no necesariamente hay que llegar a ese nivel, a menos que sean instancias graves, agresión verbal, física o psicológica.

Los desacuerdos, por otra parte, sí pueden gestionarse entre los padres y la institución, escuchando a todos, no tomando partido, reconociendo la diversidad de las familias y buscando una solución basada en los acuerdos mínimos que se hayan establecido con anterioridad. (F)