Los riñones son los filtros del organismo. Se encargan de eliminar desechos y el exceso de líquido del cuerpo. También eliminan el ácido que producen las células del cuerpo y mantienen un equilibrio saludable de agua, sales y minerales en la sangre.

Gracias a este equilibrio, los nervios, músculos y más tejidos en el cuerpo funcionan de forma adecuada. Entre otras funciones, los riñones ayudan a producir hormonas para crear glóbulos rojos, controlar la presión arterial o mantener el buen estado de los huesos.

Los riñones desempeñan un papel clave para mantener la presión arterial de una persona dentro de los límites saludables. La presión arterial alta, también llamada hipertensión, puede dañar los riñones y provocar insuficiencia renal crónica.

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La presión arterial mide la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. Con el tiempo, una hipertensión arterial no controlada puede hacer que las arterias alrededor de los riñones se estrechen, se debiliten o se endurezcan.

¿Cómo esto afecta a los riñones?

La presión arterial alta hace que el corazón trabaje más duro y, con el tiempo, puede dañar los vasos sanguíneos por todo el cuerpo. Si los vasos sanguíneos de los riñones se dañan, es posible que dejen de eliminar los desechos y el exceso de líquido del cuerpo.

Todo esto puede derivar en insuficiencia renal. Las personas que padecen de esta enfermedad deben recibir un trasplante de riñón o someterse a tratamientos de diálisis, es decir, tratamientos regulares para purificar la sangre.

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Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de insuficiencia renal aguda se incluyen estar hospitalizado, sobre todo si requiere de cuidados intensivos; edad avanzada, enfermedad arterial periférica, diabetes, presión arterial alta, insuficiencia cardiaca, enfermedades renales, enfermedades hepáticas, algunos tipos de cáncer y sus tratamientos

Entre los signos y síntomas se incluyen la disminución del volumen de orina excretado, retención de líquido, que causa hinchazón en las piernas, los tobillos o los pies; fatiga, náuseas, debilidad, ritmo cardiaco irregular, entre otros. No obstante, la insuficiencia renal aguda podría no presentar síntomas y solo se detecta a través de pruebas de laboratorio. (I)