El paso de la adolescencia no solo regala bonitos recuerdos como el primer amor, los viajes a la playa o aquellas reuniones llenas de risa con los amigos, sino que también deja cambios en nuestro cuerpo: la voz se pone un poco más grave, algunas partes del cuerpo se comienzan a estirar y aparecen los inevitables granitos o espinillas de la pubertad.