Con el incremento de la radiación solar nuestra piel sufre un poco más de lo normal. A causa de ello, pueden aparecer algunos lunares que podrían estar relacionados con problemas dermatológicos.

Los lunares se deben a la acumulación o la proliferación de melanocitos en la epidermis (capa superficial de la piel), en la dermis (capa media) o en ambas capas. “Usualmente se forman nidos de melanocitos, cuya función es la producción de melanina, sustancia que nos protege contra los rayos solares”, explica el dermatólogo Howard Romo.

Verificar constantemente el tamaño, color y textura de ellos permite determinar si se puede llegar a tener cáncer de piel o no, cambios en el color y en la forma son señales que nos deben alertar para acudir al dermatólogo.

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Cómo detectar si un lunar es dañino

La dermatóloga Elena Vargas explica que existe la regla del ABCDE de los lunares, esto con el fin de entender cuáles son las características para catalogar a un lunar como “dañino”.

A de asimetría

El primer aspecto para tener en cuenta es la asimetría. Se debe verificar si las zonas son iguales o similares, es simétrico; si no, es asimétrico.

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B de bordes

También hay que tener en cuenta los bordes del lunar, es decir, su parte exterior. Si los bordes son irregulares, ese lunar se convierte en uno sospechoso.

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C de colores

El color es un factor clave, sobre todo cuando el lunar tiene tres o más tonalidades diferentes.

D de diámetro

El diámetro del lunar puede indicarnos si puede ser una mancha maligna cuando tiene más de 6 centímetros de largo.

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E de evolución

Finalmente, la letra E significa evolución, y de acuerdo con la dermatóloga Vargas, es el factor más relevante. Quiere decir que la evolución de un lunar puede ayudar a detectar si es sospechoso.

“Los lunares pueden ser rosados, negros, marrones, planos, elevados, generalmente son redondos y ovalados. Casi una de cada diez personas suele tener un lunar atípico, distinto a los mencionados”, agrega el dermatólogo Romo.

Normalmente, los lunares suelen estar presentes en los neonatos. Romo explica que se considera regular que continúen apareciendo durante la etapa de la infancia y adolescencia, hasta un promedio de los 20 a 25 años. Además, suelen ir desapareciendo a medida que envejecemos. (F)