Estados Unidos suele cambiar su horario dos veces al año. Es entonces cuando los habitantes ajustan sus relojes para que se adapten a los horarios correspondientes al verano y al invierno. Aunque parezca algo rutinario, la verdad es que esta práctica puede tener un impacto significativo en la vida cotidiana, ya que implicará además que el cuerpo de adecúe al nuevo sistema.