Los deportistas que compiten profesionalmente saben que la contienda por ser los mejores del mundo puede ser feroz. A pesar de ser ilegal, ciertos atletas recurren a sustancias que expanden los límites naturales de su cuerpo y permiten que destaquen en su campo y obtengan ventajas inmerecidas en las competencias.

No es una práctica nueva. Hace miles de años, desde la época en la que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos en Grecia, los deportistas usaban hierbas y consumían bebidas como el vino para fortalecer sus músculos y evitar la fatiga. Estos trucos han evolucionado, pues en la actualidad se discute el uso de anfetaminas y esteroides en los deportes.

Sin embargo, un método está ganando popularidad entre algunos atletas. Se trata del dopaje genético, un tipo de tratamiento que altera el organismo a un nivel casi indetectable, pero que podría modificar el metabolismo, los niveles hormonales, la resistencia física, la fuerza y la velocidad.

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La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) prohíbe este método desde el 2003, debido a que aquellos deportistas obtendrían una ventaja sobre el resto y a los riesgos que representan. De hecho, las terapias genéticas solo se prescriben como un tratamiento para ciertas enfermedades y no deberían ser utilizadas para aumentar las capacidades físicas por deporte.

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Cómo funciona el dopaje genético

La edición genética consiste en modificar cualquier gen del organismo, dependiendo de lo que se quiera conseguir con eso.

Potenciar la resistencia física es una de las metas de los atletas para que su cuerpo rinda más en la comptenecia. National Geographic explica que en ese caso se modificaría el gen de la eritropoyetina, que es la hormona encargada de regular la producción de glóbulos rojos. Al incrementar la cantidad de glóbulos rojos en la sangre, también aumenta la cantidad de oxígeno en el cuerpo.

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Este efecto se manifiesta más al modificar el gen VEGF, factor de crecimiento endotelial vascular, que actúa para producir vasos sanguíneos a partir de otros que ya existen. Así, los músculos estarían más irrigados y se regenerarían rápidamente.

Los deportes que más aprovechan esta modificación genética son aquellos de resistencia, como el ciclismo o el atletismo.

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Para realizar estas ediciones, los médicos utilizan la novedosa herramienta CRISPR, que produce una nueva secuencia genética gracias a una proteína llamada Cas9 que edita el ADNy modifica los genes defectuosos.

Inicialmente, esta tecnología se desarrolló para corregir errores en el genoma en casos de trastornos genéticos, como la fibrosis quística (FQ), la distrofia muscular de Duchenne (DMD) y las hemoglobinopatías, o para tratar enfermedades infecciosas como el VIH. Pero un estudio publicado en el Centro Nacional de Información de Biotecnología señala el potencial uso ilícito del sistema CRISPR para lograr efectos de mejora del rendimiento en las competencias deportivas.

La técnica Crispr, desarrollada en 2012, permitió la edición genética. Foto: GETTY IMAGES

Por eso, un objetivo científico es amplificar las formas en las que se puede detectar el uso indebido del sistema CRISPR en los atletas: uno de los métodos que se están desarrollando es identificando la proteína exógena Cas9 de la bacteria Streptococcus pyogenes en muestras de plasma.

Para confirmar una sospecha de edición genética en un deportista, se necesitaría contar con la información genética del atleta antes y después del tratamiento genético. Esta información, además de ser sensible, no sería fácil de conseguir.

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A no haber técnicas estandarizadas para detectar cualquier tipo de edición genética, es una posibilidad que esta práctica sea cada vez más común entre los deportistas.

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Cuáles son los riesgos de la edición genética

Según Francisco García, doctor de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte ‘Manuel Fajardo’, el dopaje genético involucra varios peligros para quienes se someten a estos tratamientos sin necesitarlos.

Los atletas, en este caso podrían cometer el error de aplicarse un exceso de inyecciones que conduciría a un desmedido desarrollo de las fibras musculares, incluso en zonas no deseadas. Esto impactaría en el sistema cardiovascular, ocasionando infartos de miocardio y cardiomegalia.

De acuerdo al experto, aumentar la cantidad de glóbulos rojos también causa que la sangre sea más densa y que no llegue adecuadamente a todas las partes del cuerpo. Este cambio de densidad afectaría a los vasos sanguíneos y conduciría a problemas de trombosis.

Además, las continuas alteraciones musculares afectan la proporción del músculo, y se corre el riesgo de que los huesos y tendones no resistan la tensión y sen sensibles a sufrir fracturas.

Los verdaderos efectos que la edición genética podría tener en los atletas aún deben ser evaluados. Mientras la investigación científica continúa descubriendo nuevas implicaciones de estos tratamientos, la AMA exige que se respeten las reglas y la ética deportiva, especialmente en competencias internacionales como los Juegos Olímpicos de París 2024. (I)