Desde el comienzo de la pandemia, el COVID-19 ha infectado a más de 130 millones de personas, de acuerdo al repositorio de datos de la Universidad John Hopkins. Y, tras meses de investigación, estadísticas indican que los hombres tienen resultados más desfavorables que las mujeres al padecer esta enfermedad.

Una investigación publicada en la revista científica Science encontró que el COVID-19 representa una mayor mortalidad en hombres en casi todos los países con datos disponibles desglosados por sexo, y el riesgo de muerte en los hombres es 1,7 veces mayor que en las mujeres.

En Ecuador también se registra una similar tendencia. Cifras con corte del 2 de abril de este año del Ministerio de Salud Pública (MSP) indican que los hombres componen el 65,98% (11.157) de la cifra de fallecidos confirmados y probables por COVID-19, cuyo total es de 16.910 personas. Las mujeres comprenden el 34,02% restante (5.753).

Publicidad

Es decir, en Ecuador el riesgo de muerte en los hombres es 1,93 veces mayor que en las mujeres.

Esta disparidad es uno de los muchos aspectos alarmantes del coronavirus, dado que no hay una gran diferencia en los casos confirmados de COVID-19 en hombres y mujeres. Según el reporte de marzo del rastreador de datos desagregados de COVID-19 por sexo, de la iniciativa Global Health 50/50, que busca promover la equidad e igualdad de género en la salud mundial, las mujeres representan un poco más de la mitad del total de casos globales confirmados (51%).

En Ecuador, los hombres representan el 52% de los casos confirmados por COVID-19, mientras que las mujeres el 48% restante.

Publicidad

Respuesta inmunitaria diferencial

Uno de los factores que podría explicar este asunto es la respuesta inmunitaria. Las mujeres generalmente tienen un sistema inmunológico más fuerte, gracias a las hormonas sexuales, así como los cromosomas llenos de genes relacionados con el sistema inmunológico.

La doctora (Ph. D.) en Inmunología Marbel Torres explica que “las hormonas sexuales confieren una susceptibilidad diferencial de los sexos a las infecciones víricas”. Indica que los esteroides sexuales —como la testosterona, más presente en hombres, y el estradiol y la progesterona, más presentes en mujeres— influyen en el funcionamiento de las células inmunitarias.

Publicidad

Torres menciona que la unión de los esteroides sexuales a sus respectivos receptores influye directamente en las vías de señalización celular, incluyendo el NF-κB (grupo de proteínas que ayudan a controlar muchas funciones en la célula), y el factor regulador del interferón (sustancia natural que ayuda al sistema inmunitario del cuerpo a combatir infecciones), lo que resulta en una producción diferencial de citoquinas y quimiocinas, proteínas que estimulan la respuesta inmunitaria.

Asimismo, la doctora Torres, quien también es jefe del laboratorio de Inmunología y Virología de la ESPE, señala que “las diferencias genéticas entre hombres y mujeres también pueden influir en la inmunidad que se genera”.

Muchos genes relacionados con el sistema inmunológico se encuentran en el cromosoma X, del cual las mujeres tienen dos copias, mientras que los hombres solo una. Esto explicaría la razón por la que el 80% de las enfermedades autoinmunes afecta a las mujeres”, comenta.

Envejecimiento como factor clave

La edad es un factor que interviene en la posibilidad de desarrollar un cuadro grave de COVID-19. En Ecuador, el 90,16% (15.247) de las muertes registradas por COVID-19 es de personas mayores a los 50 años (4.742, entre 50 y 64 años; 10.505, más de 65 años).

Publicidad

De esta cifra de fallecidos de mayores a 50 años, el 65,74% (10.024) corresponde a hombres.

Torres explica que “el sexo biológico afecta de forma diferencial al envejecimiento del sistema inmunitario, en parte a través de la modificación de las concentraciones de esteroides sexuales”. Por ejemplo, se reduce de las concentraciones de las hormonas, y en los hombres, se da “una pérdida mosaica del cromosoma Y relacionada con la edad en los leucocitos”.

Según indica el estudio anteriormente citado, publicado en la revista científica Science, “el envejecimiento induce una disminución en la proporción de células T vírgenes, que es más prominente en los hombres, y las células B disminuyen después de los 65 años solo en los hombres”.

Los hombres tienen cambios abruptos y drásticos en el panorama epigenético (cambio de función de los genes) de sus células inmunes entre las edades de 62 y 64, y posteriormente exhiben un fenotipo de inmunosenescencia (estado de desregulación de la función inmune) acelerada que se caracteriza por una mayor expresión de genes proinflamatorios innatos y una menor expresión de genes relacionada con la inmunidad adaptativa, lo que potencialmente podría predisponer a los hombres mayores a la hiperinflamación y las respuestas inmunes adaptativas deficientes.

Además, Torres menciona que las diferencias de sexo en la respuesta inmunitaria en los tejidos cardíacos también dependen de la edad. Comenta que se ha “demostrado que los varones desarrollan reacciones inmunitarias crónicas más fuertes en el miocardio (tejido muscular del corazón) con la edad”.

Hipótesis de hábitos perjudiciales

Una hipótesis que se manejaba al principio de la pandemia para explicar la diferencia de mortalidad de hombres y mujeres era el tabaquismo.

Según la Encuesta de Salud y Nutrición (2012) en Ecuador, los hombres consumen más tabaco que las mujeres, comprendiendo el 84,42% de la población que fuma en el país.

Torres indica que el tabaco y también la acción de “vapear” pueden dañar la salud de los pulmones, dado que se sugiere que la exposición a los aerosoles de los cigarrillos electrónicos daña las células pulmonares y reduce la capacidad de responder a las infecciones.

Además, un estudio preliminar publicado en mayo de 2020 concluyó que los fumadores tienen 1,91 veces más probabilidades de enfermarse más gravemente que los no fumadores al contraer COVID-19.

Sin embargo, la mayor mortalidad de hombres por COVID-19 se daría por otros factores, como los mencionados anteriormente, independientemente de que sean fumadores o no. (I)