En Ecuador, el cáncer cervical es el tercero más prevalente en las mujeres, después del cáncer de estómago y mama. En el 2019 fallecieron 490 mujeres por esta causa, y se detectaron 2.036 nuevos casos en todo el país.

Son cifras que se mantienen y que se incrementaron por la pandemia, en los últimos tres años, dice el ginecólogo y oncólogo Francisco Plaza Bohórquez.

“Los programas de detección oportuna (DOC) del cáncer, con el papanicoláu, han logrado reducir la mortalidad en un 70 %. Sin embargo, en el Ecuador, únicamente el 60,1 % de las mujeres se ha realizado esta prueba al menos una vez en su vida”, señala el médico.

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El cáncer de cérvix es una enfermedad mayoritariamente de transmisión sexual (por ciertas cepas el virus del papiloma humano). El VPH 16 y el VPH 18 causan la mayoría de los cánceres de este tipo.

“Es ciento por ciento prevenible y curable”, dice Plaza. Primero, a través de la vacuna. El plan de la Organización Mundial de la Salud para acelerar la eliminación de este cáncer tiene tres frentes: la vacunación, la detección y el tratamiento oportuno. “La aplicación con éxito de los tres podría llevar a una reducción de más del 40 % de los nuevos casos de la enfermedad y evitar 5 millones de muertes relacionadas con ella para el año 2050″.

El programa, denominado 90-70-90, tiene las siguientes metas:

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Que el 90 % de las niñas estén totalmente vacunadas antes de cumplir los 15 años.

● Que el 70 % de las mujeres sean examinadas antes de los 35 y nuevamente antes de los 45 años mediante una prueba de alta precisión, como por ejemplo la biología molecular y la colposcopía.

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● Que el 90 % de las mujeres diagnosticadas con cáncer del cuello uterino reciban tratamiento, sea con lesiones precancerosas o con cáncer invasivo.

La infección con el VPH es inicialmente asintomática y, con el transcurrir del tiempo, puede causar lesiones precancerígenas que también pueden pasar desapercibidas, explica Carlos Ruiz, gerente médico de Roche Diagnóstica.

Si la infección persiste y se desarrolla un cáncer, se pueden presentar síntomas, como sangrado inmediato después de las relaciones sexuales, sangrado intermenstrual o dolor pélvico. Cuando estos síntomas aparecen, hay probabilidades de que el cáncer se encuentre en un estado avanzado.

“La población femenina más vulnerable al VPH es la que se encuentra en la etapa sexualmente activa, y más aún si no han sido vacunadas contra él”, señala Ruiz. “Las mujeres a partir de los 30 años son un grupo propenso a desarrollar cáncer de cuello uterino, el cual se puede prevenir mediante pruebas de tamizaje, como la prueba molecular para el VPH, y así ser tratada a tiempo, antes de desarrollar cáncer”.

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Aunque es un cáncer de las mujeres, la vacunación, tamizaje y la educación sexual no pueden enfocarse únicamente a ellas. Los hombres también deben aprender cómo evitar contagiarse y contagiar el VPH. En cuanto a las pruebas, la de biología molecular es mucho más sensible, precisa y permite saber si los tipos de VPH 16 y 18, que son los de más riesgo, están presentes en el cuello uterino.

El virus del VPH se transmite por vía sexual; hombres y mujeres pueden ser portadores y desarrollar algún tipo de cáncer. Foto: Shutterstock

“Lamentablemente, debido a la falta de una cultura preventiva, temor o desinterés, el 85 % de casos se detecta en estado avanzado”, dice el médico.

Si bien el test de Papanicoláu aún se realiza, tiene sus debilidades. Hay un 50 % de probabilidades de arrojar resultados falsos negativos, mientras que el test molecular cuenta con una sensibilidad del 96 %. “Hasta un tercio de los casos de cáncer de cuello uterino invasivo ocurrieron en mujeres con resultados normales de Papanicoláu”, comparte Ruiz.

El cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres en todo el mundo, con una incidencia estimada de más de 600.000 casos cada año, de los cuales mueren más de 300.000. En Ecuador se han reportado cifras de alrededor de 800 casos nuevos por año. Al menos entre dos y tres mujeres mueren cada día en el Ecuador por cáncer de cuello uterino.

Ya que poco se conoce de la vacuna, y no es obligatoria, la población puede llegar a pensar que no es necesaria, aunque se sabe que el 90 % de los seres humanos entramos en contacto con este virus cuando iniciamos nuestra vida sexual.

Uno de los mitos es pensar que tener VPH equivale a tener cáncer de cuello uterino. Una mujer que se hace una prueba molecular de VPH y sale positiva no debe interpretar que tiene cáncer, pero sí un alto riesgo de desarrollar lesiones precancerosas y luego cáncer.

Otro mito es que no se puede prevenir. La realidad es que contamos con vacunas desde hace muchos años, cuadrivalente y nonavalente, para niñas y niños justo antes del inicio de su vida sexual. La vacuna no evita que la persona entre en contacto con el virus, pero sí que cause enfermedades, especialmente cáncer cervical o de vagina, y verrugas.

La vacuna contra el VPH funciona, idealmente, en niños y niñas hasta antes de cumplir los 15 años de edad. Foto: Shutterstock

Las niñas, dice Ruiz, deberían vacunarse entre los 12 y los 14 años de edad. En el caso de una adulta activa sexualmente, la mejor estrategia a partir de los 20 a 25 años de edad es practicar una prueba para detección molecular del virus.

Esto es indoloro, tal como tomarse una prueba de Papanicoláu. Si es positiva para VPH, tendrá que hacerse un seguimiento ginecológico, probablemente una colposcopía; y luego, si es que merece, un tratamiento. Y luego vendrá la decisión de si esta mujer debe o no vacunarse. “Es un escenario diferente al de los niños”.

Protección ante el contagio del VPH

Además de las vacunas, el ejercicio de una sexualidad responsable es importante. “Es importantísimo usar protección (preservativo y otros métodos de barrera) y conocer a nuestras parejas sexuales”, recomienda Ruiz para evitar el VPH y otros virus, como el VIH, y bacterias, como la clamidia y la tricomona. “Otro factor de riesgo para cáncer de cuello uterino son los malos hábitos de vida, el sedentarismo, el exceso de peso, el tabaquismo”.

Ecuador es signatario del Programa Nacional para la Prevención del Cáncer Cervical. “El Ministerio de Salud Pública implementó un programa nacional de vacunación que, a decir de Ruiz, ha sido bastante irregular, pero trata de vacunar a niños y niñas. La cobertura del programa no se ha publicado.

El MSP también ha incorporado tecnología molecular y laboratorios especializados. “Esto ya está sucediendo en el hospital Carlos Andrade Marín (Quito), en el Teodoro Maldonado Carbo (Guayaquil) y en el hospital Vicente Corral Moscoso (Cuenca); en el hospital de Especialidades Portoviejo, en el hospital Docente de Calderón y el hospital Eugenio Espejo”. De noviembre de 2022 a marzo de 2023 se han practicado más de 40.000 pruebas a mujeres en todo el país.

El examen no se hace una sola vez. Mientras que el Papanicoláu debe practicarse al menos cada año en cada mujer en etapa reproductiva, con la prueba molecular basta con acudir cada cinco años, a menos que el médico indique lo contrario.

Las mujeres que tengan una prueba de VPH positiva, sobre todo para los genotipos VPH 16 y VPH 18, deben hacer un seguimiento de su salud, probablemente con una colposcopía; y, dependiendo de esos resultados, un tratamiento, que puede ser quirúrgico. Se trata de la conización, una especie de cauterización del cuello del útero para retirar la zona enferma y evitar la propagación del daño. Las pacientes pasan a un seguimiento cada seis meses, luego cada año y después cada dos años. (I)