Cuando sale un bulto en la encía, la persona puede sentirse preocupada, en especial si este aparece sin razón aparente y le acompaña la presencia de pus, dolor o irritación.

Hay muchos tipos de bultos en las encías (blancos, rojizos, blandos, duros, con o sin dolor), por lo que cada uno de ellos puede estar causado por razones distintas y presentar síntomas diferentes; no obstante, el portal Vitaldent asegura que lo más habitual es que esta inflamación esté producida por una higiene oral deficiente.

Usualmente este no representa un problema grave de salud, pero, se aconseja a la persona acudir al dentista para que revise la zona afectada e indique el mejor tratamiento para tratar el problema.

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Cuidar la higiene bucal es importante para prevenir enfermedades Foto: Barcin

¿Cuáles son los tipos de bultos que pueden salir en la encía?

Top Doctors señala que entre los tipos de bultos en la encía más comunes se encuentran los causados por fístulas y fibromas.

Bultos en las encías por fístulas o abscesos:

Se trata de acumulaciones de pus en la encía que se pueden abrir, produciendo una erupción muy dolorosa. Tienden a aparecer en el paladar si hay un proceso infeccioso y se origina por bacterias.

Sus causas más comunes son: caries, muelas del juicio, periodontitis o por tener complicaciones relacionadas a una endodoncia.

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El tratamiento de las fístulas requiere de la administración de antibiótico y una vez que dicho medicamento recetado por el dentista haya curado la infección, se debe atender la causa que la originó.

Bultos en las encías por fibromas:

Estos se caracterizan por ser duros y redondos y se originan por una irritación prolongada, aunque pueden salir en otras partes de la boca por la misma causa. Son molestos pero no producen dolor intenso, solamente una sensación de escozor o irritación.

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Pueden salir por el roce de los aparatos orales mal ajustados hasta por tener el hábito de morder repetidamente zonas como las mejillas o los labios.

Estos no se quitan por sí solos, para eliminarlos es necesario practicar una intervención quirúrgica que destaca por ser sencilla y de corta duración. En ella se extraerá completamente el fibroma y se realizará una limpieza exhaustiva de la zona afectada para evitar que vuelva a ocurrir o haya una infección. En algunos casos se receta analgésicos o antibióticos para controlar el dolor y prevenir infecciones.

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