Mientras aumenta la preocupación en Washington y en los mercados internacionales ante las posibilidades de un default sin precedentes de Estados Unidos, el presidente Barack Obama aseguró ayer estar dispuesto a negociar pero no bajo amenazas de suspensión de pagos ni de la paralización parcial de la Administración, que ayer cumplió una semana.

Las negociaciones sobre la deuda entre los republicanos y demócratas seguían ayer bloqueadas.

Obama reiteró que estaría “feliz de hablar de todos los temas relacionados con el presupuesto” con sus adversarios, pero “no bajo la amenaza de una parálisis del Estado o una moratoria de la deuda de EE.UU., si los republicanos no obtienen 100% de lo que quieren”.

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Obama subrayó la pérdida de servicios que están sufriendo los ciudadanos, y llamó al presidente republicano de la Cámara de Representantes, John Boehner, a que someta a voto el proyecto de ley para una financiación temporal sin condicionantes.

La Casa Blanca advirtió ayer que un eventual default de la deuda de EE.UU. generaría un escenario “terrible”, con consecuencias de largo plazo.

El Departamento del Tesoro estima que el próximo 17 de este mes ya habrá agotado su abanico de medidas paliativas en caso de que no se vote en el Congreso un aumento del techo de la deuda.

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En tanto, Boehner excluyó que sus compañeros de bancada aprueben tal aumento si no obtienen concesiones de parte del presidente, particularmente en lo relacionado con la reforma de la salud impulsada por Obama.