Ella decía: “Nuestra vida es decirle sí a Jesús y correr a toda prisa para servirle a él en los más pobres de entre los pobres”. En ese credo recayó la motivación de quien durante la segunda mitad del siglo XX fue considerada el símbolo mundial de la defensa de los más desprotegidos y de quien hoy se convertirá en santa de la Iglesia católica tras un proceso de canonización que se constituye como el más corto de la historia.

Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta y cuya imagen brota siempre como la de aquella anciana envuelta en un sari de algodón blanco y bordes azules, hoy será declarada santa por el papa Francisco. Un hombre curado de forma inexplicable en Brasil es el milagro que lleva a la canonización de quien fue beatificada en 2003 por el papa Juan Pablo II, a los seis años de su muerte.

Teresa de Calcuta nació en 1910 en Skopje, actual capital de Macedonia, entonces territorio albano, pero se naturalizó india en 1950. En 1928, con 18 años, dejó su hogar y se unió a las hermanas misioneras de Loreto, en Irlanda. Allí, escogió ser llamada hermana Teresa por santa Teresa de Lisieux. Ese mismo año se embarcó a la India y llegó a Calcuta en 1929, para continuar con su labor misionera. Era una ciudad en cuya barriada más pobre nueve de cada diez no contaban ni con una rupia al día (0,01 USD).

Publicidad

No fue sino hasta 1946 cuando durante un viaje de Calcuta a Darjeeling sintió la “llamada dentro de la llamada” en la que sintió que Dios le pedía que dedicara su vida a los menos privilegiados de la sociedad. Dos años más tarde dejó el convento de Loreto para “buscar y servir a Jesús en los no queridos, en los no amados, en los desatendidos”, consta en el sitio web motherteresa.org.

En 1950, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, a la que se unieron algunas de sus exalumnas, a quienes empezó a enviar a otros lugares de la India en los 60. En febrero de 1965 abrió una casa en Venezuela, más tarde en Roma y así en los cinco continentes. Hasta 2013 había 760 hogares de paz en 139 países.

Dos años después abrió el primer hogar para moribundos en Calcuta. El periodista argentino Martín Caparrós, en su libro El Hambre relata que llegó allí hace más de veinte años. Uno de los voluntarios del hospicio o “moritorio” –como él lo llama– le explicaba que lo que allí se hacía era confortar, cuidar, darle afecto y ofrecerle a los enfermos morir dignamente.

Publicidad

Pero él cuestiona la obra de la religiosa desde hoy santa de la Iglesia católica: “En esos años la Madre Teresa ya era la Madre Teresa, famosa en todo el mundo, llena de donaciones y recursos –que no usaba para pagar un buen servicio médico en su sede central”. Ayudar a los enfermos a morir o no luchar porque vivan dándoles una atención médica distinta a la que recibían (por ejemplo, se dice que les negaban analgésicos) es una de las críticas que ha recibido esta religiosa de parte de varios sectores.

Lea también: Seis misioneras de la Caridad imitan en Guayaquil a la Madre Teresa

Publicidad

Monseñor Antonio Arregui, exarzobispo de Guayaquil, ve en la Madre Teresa un testimonio de primera clase respecto de lo que es vivir a fondo la fe cristiana y a críticas como las de Caparrós, como ridículas. Dice que su obra replica la parábola del buen samaritano, quien da la mano al botado, al moribundo. “Ya realmente una crítica al buen samaritano es para verdaderamente como para no entrar en sus motivos. Es una ridiculez decir que podía haber invertido mejor los donativos que recibía... usted viera la austeridad en la que viven las hermanas y los enfermos o los acogidos, es ridículo pensar que con los donativos podía haber hecho un spa”, añade.

Una de estas casas está en Guayaquil. Se trata del Hogar de Paz situado en la cooperativa Unión de Bananeros, en el Guasmo sur, donde seis hermanas atienden a adultos mayores. En esta ocasión no quisieron pronunciarse porque les gusta, dijeron, mantener un perfil bajo, tal vez imitando una actitud que la Madre Teresa de Calcuta hubiera preferido mantener aunque no pudo.

Lea también: Brasileño dice que Madre Teresa logró milagro por él

Y no pudo mantener un perfil bajo porque, según relatan algunas de sus biografías, el documental y el libro Something Beautiful for God, del periodista de la BBC Malcolm Muggeridge, popularizó su imagen en el mundo. Y ya no hubo vuelta atrás. Para 1970 era internacionalmente reconocida por su labor humanitaria que la llevó a obtener, en 1979, el Premio Nobel de la Paz.

Publicidad

Como hasta ahora lo hacen las Misioneras de la Caridad, la Madre Teresa se valía de donaciones para por más de 45 años ayudar a los pobres y a los enfermos. Estas llegaron de diversas fuentes, incluso controversiales como el dictador haitiano Jean-Claude Duvalier, lo que fue motivo de críticas.

Hay algo muy hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo. El mundo gana con el sufrimiento.

También lo han sido su concepción del dolor y sufrimiento. “Hay algo muy hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo. El mundo gana con el sufrimiento”, señalaba la Madre Teresa.

Arregui dice que esa “es la más correcta doctrina”. “El sufrimiento es siempre algo que en la fe vincula con la cruz de Cristo, si no se vuelve fuente de desesperación. El sentido del dolor está en la fe de Cristo crucificado y es un tesoro cuando un enfermo de cualquier condición, rico o pobre, ofrece su sufrimiento a Dios para sufrir –dice San Pablo– lo que falta de la pasión del señor. Ese resto que falta es lo que da sentido al sufrimiento de todos, a las contrariedades de la vida, (que) son para que efectivamente nos purifiquemos y atravesemos ese camino hacia la gloria”.

Y en los últimos 50 años de su camino hacia la gloria, la Madre Teresa de Calcuta también se enfrentó a una profunda crisis de fe, de acuerdo con el libro El secreto de la Madre Teresa, que recopila 40 cartas de la santa y uno de sus confesores. “¿Me equivoqué rindiéndome ciegamente a la llamada del Sagrado Corazón?”, reza una de ellas. El padre Antonio Arregui sostiene que la de la Madre Teresa fue una lucha espiritual ‘conmovedora’ y explica que en la ascética cristiana esos periodos se conocen como de sequedad espiritual y son una prueba permitida dada la dificultad “de levantar el vuelo hacia el amor de Dios verdaderamente limpio y total”.(I)