Tenía 16 años cuando su padre murió. Todavía recuerda la época del lujo, en la que todo estaba al alcance de su mano, pero también lo que vino después, la persecución y el exilio. Juan Pablo Escobar carga aún hoy, pasadas más de dos décadas, con el estigma de ser el hijo del narcotraficante que dominó el mundo y, para aligerarla, ha emprendido el camino de la reconciliación con las víctimas y los enemigos de Pablo Escobar.