En Brasil está tan enraizada la corrupción que entre los habitantes se suele justificar “roba, pero trabaja” y políticos que dicen estar hartos de la corrupción en el país, son también investigados por corrupción.

La reciente sentencia de 9 años y medio de prisión, por corrupción y lavado de dinero, al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva da cuenta de la magnitud del escándalo. El exmandatario, que se declara inocente, es investigado también en otros cuatro procesos.

La polémica red de desvíos de sobornos de Petrobras significó pérdidas de más de $ 2 mil millones a la petrolera.

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La operación Lava Jato destapó una maraña de sobornos en las que estaban implicados decenas de políticos. Las delaciones del caso Odebrecht, una de las ramificaciones del caso Petrobras dejó en evidencia la trama más corrupta. Más de 200 políticos de 18 partidos recibieron donaciones a sus campañas por la firma, que sobornaba a cambio de contratos.

En el caso Petrobras cayeron cabezas de líderes políticos como el expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, condenado a 15 años de prisión por corrupción y lavado de dinero. José Dirceu, exministro y brazo derecho de Lula, sentenciado en 2016 a 23 años de cárcel, aunque en mayo pasado fue liberado, acogiendo un pedido de habeas corpus.

Presidentes, expresidentes del Congreso y el Senado también son investigados. El 60% de los 594 diputados tienen expedientes por varios casos.

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Según confesiones de 77 exejecutivos de Odebrecht, en marzo pasado se presentó una lista de 80 pedidos de investigación entre los que estaban ministros del presidente Michel Temer, senadores y diputados. El futuro del mandatario también pende de un hilo.

Temer está acusado de corrupción en otra red de sobornos de la firma JBS, que financió las campañas de 1.829 candidatos de 28 partidos políticos con millonarios sobornos. (I)