Frente al Guayas, la poeta disfruta observando a ese río inmenso que danza cubierto de lechuguines. Ella es Yana Lema, 43 años, oriunda de Otavalo (Imbabura), cuna de artesanos, músicos y tejedores. Ha vivido en Quito pero desde abril del 2017 reside en Guayaquil porque en la Escuela de Literatura de la Universidad de las Artes es profesora de Oralidad y de Literatura Latinoamericana.

Próximamente dictará clases de quichua y traducción del español al quichua.

Confiesa que estudió Comunicación Social en la Universidad Central de Quito porque le gustaba escribir versos. Pero aún no ha publicado ningún libro con sus poemas. Ha editado tres antologías con la intención de dar a conocer a poetas de nacionalidades indígenas.

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Ella ha colaborado en la organización de las cuatro ediciones del festival intercultural La Fiesta del Maíz. “Un festival de poesía en lengua indígena del Ecuador, también hemos invitado a poetas mestizos y negros –comenta–. Ha sido una experiencia dura porque no se consigue ayuda económica, pero es enriquecedor conocer a personas que están escribiendo en Ecuador y difundir nuestra literatura indígena”, sostiene.

Yana Lema empezó a escribir poemas siendo una colegial de 15 años. “Escribía para mí y en español porque no sabía escribir ni leer en quichua, solo lo hablaba”, afirma. Comenta que su padre, José Manuel Lema, fue su gran influencia porque sabía historias mitológicas y muchas leyendas de las comunidades indígenas. Así nació en ella esa inquietud. “Me preguntaba: ¿Y yo, cómo transmito estas historias? Fue cuando pensé que escribir era una forma de atesorar esa oralidad para los niños y jóvenes”. Empezó a escribirlas, pero no textualmente. “Mi trabajo es creativo. Yo recreo esa cosmovisión, esas leyendas que me ha contado mi papá y las escribo en quichua”.

Sus textos poéticos han sido acogidos en antologías publicadas en Ecuador, Colombia y Francia. Ha participado en festivales y encuentros de poetas indígenas, que se han realizado en México y Colombia.

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Su poesía aunque se refiere a la naturaleza de Imbabura es también urbana porque ha vivido en Quito y ahora en Guayaquil, pero su discurso siempre está ligado a la cosmovisión indígena. Sus versos invadidos por el amor, el desamor y la migración. “Temas que a todo ser humano nos sacude y estremece. No solo escribo sobre la mitología y la naturaleza”, señala y aclara que en el mundo indígena el arte es una cuestión integral, no exclusiva.

Así es Yana, la poeta quichua que le escribió a su abuelo: “Eres tú/ mi paso peregrino,/ el grito que mi cuerpo aguarda,/ retrato de mis antepasados,/ alma de mis montañas./Eres tú/ la savia Kichwa”.

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Me gustaría decir que muchos (poetas escriben en quichua), pero realmente somos muy pocos. En Imbabura las mujeres jóvenes están escribiendo, pero no tienen apoyo para un taller de literatura o publicar sus textos.Yana Lema, escritora

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