El abrazo de ‘María’ con su hijo, a quien no veía tres años, duró un poco más de un minuto. Las lágrimas de esta robusta mujer residente en pleno centro de Jaramijó estaban cargadas de tanta emoción que, al igual que otros familiares que llegaron a verlo en el arribo a Latacunga, pensaban que ese abrazo sería eterno.