Hace mil años, indígenas de las montañas andinas usaban plantas alucinógenas traídas de la selva amazónica, a cientos de kilómetros para inducir trances en sus rituales con sus ancestros y divinidades, según acaba de revelar una investigación.

Restos de esas plantas estaban en utensilios que servían para inhalar y que fueron hallados en una tumba funeraria en una remota región desértica a 4.000 metros de altitud en el altiplano del suroeste de Bolivia, comentó el arqueólogo Juan Albarracín y el antropólogo José Capriles.

El hallazgo sugiere que hace un milenio, pueblos de los Andes vinculados a Tiwanaku, conocían la elaboración de la ayahuasca, una bebida psicotrópica elaborada con plantas que no crecen en la puna altiplánica y, por tanto, tenían conocimientos de tierras altas y bajas que estaban interconectadas por una vasta red, según los investigadores.

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Dos tabletas de madera, un tubo para inhalar, dos espátulas de hueso de llama y una pequeña bolsa hecha con hocicos de zorro fueron encontrados por Albarracín y Capriles hace unos años en la llamada Cueva del Chileno, en el municipio de San Agustín, en el desierto de Lípez a 500 kilómetros al sur de La Paz.

Lo nuevo del descubrimiento es el análisis químico que detectó dos compuestos de ayahuasca en los residuos de la bolsa lo cual ha permitido a los investigadores revisar el conocimiento sobre el mundo andino de hace un milenio.

También había restos de coca, una planta milenaria que crece en las pendientes andinas y que aún hoy se emplea en rituales y usos médicos.

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Los resultados del análisis químico fueron publicados recientemente por la revista estadounidense especializada PNAS. La datación por carbono cifró en mil años la antigüedad del ajuar, dijo Capriles.

Los restos arqueológicos pertenecen a una época en que la cultura Tiwanaku se estaba desintegrando tras expandirse hasta el desierto de Atacama en Chile, al norte de Argentina y sur de Perú y cuyo centro religioso y político estaba en Bolivia cerca del lago Titicaca, afirman los investigadores.

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Lo que no se sabe es si los especialistas rituales se abastecían de caravanas de pastores de llamas que circulaban en la zona o viajaban a tierras bajas para recolectar plantas como lo hacían los kallawayas, un antiguo pueblo que practica la medicina ancestral recolectando yerbas de distintos pisos ecológicos, explicó Albarracín, consultor y profesor de la principal universidad estatal de La Paz. “Las plantas y su conocimiento tienen un valor interesante en la articulación regional” en el mundo andino.

En la zona desértica había tráfico de caravanas de llamas y muchas sociedades se desarrollaron a partir de ese intercambio, según Capriles, profesor en la Universidad estatal de Pensilvania (EEUU).

No se encontraron restos del chaman enterrado, excepto un mechón tejido para sujetar el cabello. La cueva fue saqueada en tiempos prehispánicos posiblemente por pueblos rivales. El ajuar funerario fue preservado gracias a que, con los años, las llamas que pastan en la zona sellaron el piso del refugio con su bosta, explicó Capriles.

Es probable que los especialistas rituales usaran la ayahuasca para conversar con los ancestros y que la gente común accedía a través de ellos a esos conocimientos sobrenaturales para pedir favores, según los investigadores.

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Al entrar en trance y conversar con los ancestros, el especialista ritual esperaba consejos para afrontar los desequilibrios sociales, naturales y de la salud y así daban consejos para restaurar el equilibrio, dijo Albarracín.

Ello supone que estos especialistas rituales tenían roles políticos y sociales importantes, según Capriles.

Los rituales van a cambiar en los siglos posteriores con la llegada de los incas quienes tenían otras costumbres que involucraba el consumo de chica de maíz, sostuvo Capriles.

En el mundo andino todavía tiene un fuerte simbolismo el restablecer el equilibrio entre los complementarios y en los siglos siguientes se van a ver “cambios y continuidades”.

Todavía existen los adivinadores y curanderos llamados yatiris en Bolivia; algunos pueblos en la amazonia todavía usan la ayahuasca para inducir trances. La coca sigue vigente en la cultura andina, afirmó Albarracín. (I)