Elsie Monge es una misionera quiteña que ha dirigido a la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (Cedhu) desde su creación, en 1979, justo el año en que Jaime Roldós ganó las elecciones.

¿Fue optimista con la llegada de Roldós?

Tenía un discurso más motivante e instituyó la Doctrina Roldós, que fue pionera y, en lo fundamental, planteaba que los derechos humanos no tienen fronteras. En ese entonces, hicimos un trabajo de educación y difusión y creamos el Frente Ecuatoriano de Derechos Humanos, que sirvió para el periodo de represión de Febres-Cordero.

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¿Qué tipo de represión?

Con el pretexto del grupo armado de Alfaro Vive, se montó un aparato enorme para combatirlo y vino la persecución. Todo joven era sospechoso y se formaron comandos que iban por las madrugadas y noches a allanar las casas... Era el terror institucional, el control a través del miedo. Por primera vez se registraron indicios de desapariciones forzadas y de ejecuciones extrajudiciales.

Otro gobierno represivo fue el de Rafael Correa. La citó en una de sus sabatinas...

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Sí y decía “mi querida Elsie”... Es indignante. En 2007 formó la Comisión de la Verdad y ahí me llamó. Acepté, pero, finalmente, allí hubo un interés político.

¿No lo apoyó?

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Nuestra posición es de autonomía e independencia, porque poder, corrupción e impunidad van de la mano.

¿Y el resultado de la comisión?

Fue a medias, porque el interés de Correa era atacar a los socialcristianos. Pedimos que se amplíe la investigación (la inicial iba de 1984 a 1988), se presentó el informe en 2010 y después ya no le dio importancia. ¿Cómo puede ser que la mayoría de casos estén diez años en indagación previa? Presentamos 110 casos, con distintos tipos de violaciones, de los cuales, hasta la fecha, seis han tenido un procesamiento judicial y solo dos o tres, sentencia. El resto ahí están. Por ejemplo, el de Dayuma (en tiempo de Correa) fue parte del informe. La criminalización de la protesta fue bárbara.

¿Gobiernos similares?

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Los gobiernos no son comparables. Pero para que eso cambie, se necesita otra mentalidad. Mientras más poder se acumule, mayor es el riesgo de los abusos. (I)