Son más de siete décadas que las manos de Guillermo Albán sostienen libros y su mirada captura conocimientos.

Su impecable lenguaje denota la formación que ejerció a la par de su primer empleo como profesor de español en Washington, Estados Unidos.

Con ese paso comenzó su vida laboral a los 18 años en la Universidad de Yale, donde luego obtuvo su título de Licenciado en Artes Liberales, en 1946. En Yale estuvo solo tres meses y después fue contratado por dos años cuando se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

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Ganaba $1 la hora y con lo que sumaba al mes pagaba su habitación y otros servicios.

“Cuando regresé a la universidad era el tiempo de la Segunda Guerra Mundial y había escasez de profesores, la universidad se enteró (de mi conocimiento) y me contrataron”, relata Albán, quien pertenece a la generación perdida, aquella que vivió de cerca los horrores de la guerra y durante el liberalismo y radicalismo.

Pero no solo los idiomas formaron su experiencia laboral, también la política.

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Apoyó la campaña del expresidente Galo Plaza Lasso (1948-1952) y trabajó en su gobierno como director técnico de asuntos económicos y relaciones con el exterior del Ministerio de Economía por dos años.

“Yo tenía 23 años y eso sorprendió (a los demás funcionarios públicos), pero a pesar de eso tuve una buena amistad con varios ministros”, dice el nonagenario mientras sonríe.

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Del cargo público saltó a la gerencia de la empresa Macisa, que perteneció a su padre.

En la importadora de materiales de construcción estuvo alrededor de diez años y participó en la edificación del Centro Comercial Albán Borja.

Después decidió crear su propio negocio de transporte de derivados de petróleo bajo la razón social Transpetróleo y para ello obtuvo el título de Capitán de Altura de Segunda Clase, en 1964, por la Dirección de la Marina Mercante.

“Compré barcos y me dediqué al transporte de derivados de petróleo. Me fue mal y se cerró el negocio”, asegura el quiteño y agrega que luego regresó a la empresa de su padre, en la que estuvo cierto tiempo.

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Guillermo Albán labora corrigiendo y traduciendo textos en inglés en la UEES. Foto: Belén Zapata Mora.

Pero las ganas de autoeducarse llevaron a don Guillermo de regreso a las aulas. En 2013 obtuvo una maestría en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera y en 2016, esto es, cuando tenía 91 años, un doctorado en la UJA (Universidad de Jaén) en el programa de Artes y Humanidades, en España.

Ambos títulos fueron firmados por el entonces rey de España, Juan Carlos I, y por el actual, Felipe VI.

Durante esa formación laboró para la Universidad Católica, Universidad Tecnológica Empresarial de Guayaquil y en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

Impartía cátedra de Economía, Gramática y Redacción en Inglés. En la UEES estuvo 17 años, es decir, hasta sus 78.

Actualmente continúa en esta institución educativa bajo servicios prestados, donde se dedica a la traducción de textos de español al inglés y corrigiendo la gramática.

A sus 77 años de vida laboral y 95 de edad dice sentirse activo. Considera que llevar una vida saludable y equilibrada le permite caminar acompañado de una mano de su bastón y de la otra con su esposa, Teresa Ortega, ingeniera comercial.

El principal secreto (para llegar a los 95 años) es que mi esposa me cuida mucho, soy su joya valiosa y por eso sigo durando. Además, me alimento bien y hago ejercicios. En algún tiempo fui triatleta”, Guillermo Albán.

Afirma que la compañía de su esposa le da la vitalidad que necesita para trabajar. (I)