Ezequiel Sevilla pone el ritmo y marca el compás de los temas que interpretan los grupos de bomba, en la cuenca baja y alta del río Mira, en Carchi. Sus manos hábiles golpean una membrana o parche que cubre la abertura de una caja de resonancia de forma cilíndrica.

Cada golpe de tambor transporta a un mundo mágico, donde este género musical es parte del patrimonio inmaterial de la población afroecuatoriana. El ritmo cadencioso de esta métrica musical mueve a decenas de parejas.

Ezequiel Sevilla es uno de los constructores de este instrumento que aún sobrevive y que se llama tambor o bomba, el cual anima las fiestas en las comunidades de esta parte de la geografía carchense.

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Su esposa, Melba España, es parte de este emprendimiento. Ambos elaboran con la piel de chivo las tapas de estos pequeños timbales, que ponen la cadencia y sabor a las canciones contagiosas de los pueblos afros de Carchi e Imbabura.

Desde hace 20 años, Ezequiel elabora las bombas. Dejó la agricultura por este arte. De su padre aprendió a confeccionar estos instrumentos.

Melba es la encargada de las ventas. Y él es el responsable de la construcción de los tambores nativos. “Usted haga su arte, que yo me encargo del negocio”, fueron las palabras que motivaron al hombre para comenzar con el taller.

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Los hacen de todos los tamaños, con valores accesibles para los diferentes músicos. Ezequiel recuerda que su padre, Juan José, le enseñó todos los detalles, que van desde la confección hasta el afinamiento de estas cajas sonoras.

Elaboración de tambores

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Para hacer las bombas o tambores hay que seleccionar bien los materiales y comprar el cuero de chivo. Para eso van a las ferias y buscan las mejores piezas. Al llegar a casa empieza el trabajo con la curtiembre de las pieles. “A los dos o tres días se retira el pelo. Y en un día soleado, con varios químicos, se extiende o estira el cuero, para finalmente secarlo y trabajarlo. La madera es del lugar y es sujetada con fibras gruesas”.

El proceso es manual, desde la selección del principal insumo (cuero) hasta cuando el tambor ya toma forma. Los moldes son troncos de madera de diferentes tamaños, que son perforados y quedan como cilindros huecos.

Las imperfecciones de los cueros de chivo son igualadas con golpes que efectúa con un martillo de madera, hasta adaptarlo al cerco o anillo de madera y alcanzar el sonido ideal de este rústico elemento musical.

Ezequiel provee de estos instrumentos a grupos de bomba de Carchi e Imbabura: Marabú, Poder Negro, y otros. El tiempo de vida de los instrumentos depende del cuidado y del uso.

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No obstante, reconoce que las nuevas tecnologías, el disco móvil y otras herramientas tecnológicas que se usan para animar los bailes provocaron que las ventas decaigan y que no todos compren tambores elaborados de forma artesanal y que dan mejor sonido. (F)