Un piquete de agentes ingresa de forma violenta a la casa de Abdalá Bucaram Ortiz. Llega hasta la habitación en la que duerme con su esposa, María Rosa Pulley. Lo encañona y se lo lleva detenido en medio del susto de unos niños pequeños.

No, no es la descripción del operativo del pasado miércoles en el que miembros del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) allanaron su casa de la ciudadela Kennedy, al norte de Guayaquil(en la que descansaba con su cónyuge y sus nietos), como parte del proceso penal por delincuencia organizada relacionado con la comercialización de insumos médicos durante la pandemia y otros delitos, y que lo involucran a él y a tres agentes de tránsito de Quito, aunque también se investiga la participación de su hijo mayor Jacobo.

Es el relato de la detención de Bucaram en Panamá, el 9 de noviembre de 1986. El informe de la Comisión de la Verdad creada en el gobierno de Rafael Correa recoge lo siguiente: “Un grupo de Agentes de la Fuerza Especial Antinarcóticos allanó su departamento, acusándolo de narcotraficante: se encontró en su auto un kilo de cocaína. Bucaram fue detenido durante ocho días. Quedó libre tras pagar una fianza de 5000 balboas”.

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El líder del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) declaró luego que el entonces dictador panameño Manuel Antonio Noriega le había mandado a poner los estupefacientes por pedido del mandatario socialcristiano León Febres-Cordero (fallecido), quien siempre lo negó.

Abdalá Bucaram asumió la Presidencia de la República en 1996. Foto: Archivo.

Bucaram se había autoexiliado en ese país centroamericano un año antes para esquivar dos procesos penales iniciados en su contra durante su gestión como alcalde de Guayaquil; uno por peculado en la contratación del acarreo de cascajo y otro por injurias interpuesto por las Fuerzas Armadas, de las que declaró que solo servían para desfilar los 9 de octubre.

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Un par de meses antes de la irrupción de la policía panameña en su casa, el Congreso le había concedido la amnistía en el proceso de las Fuerzas Armadas.

Pero solamente regresó al país el 1 de abril de 1987; aterrizó en un helicóptero en medio de la 29 y Oriente, en el corazón del suburbio de Guayaquil, donde anunció su primera candidatura a la Presidencia de la República.

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Y es así que se ha desarrollado la vida política de Bucaram en los últimos 40 años: entre los vaivenes de sus campañas electorales caracterizadas por discursos populistas, los procesos penales por supuesta corrupción en los que nunca ha sido sentenciado, los autoexilios en Panamá y los pactos para asegurar su regreso.

Campañas presidenciales

En las elecciones presidenciales de 1988, Bucaram pasó a la segunda vuelta con Rodrigo Borja, líder de la Izquierda Democrática (ID). Perdió. Nuevamente se reactivó el juicio del cascajo en su contra. Y volvió a irse a Panamá. Allí estuvo hasta 1991, cuando se le dictó sobreseimiento provisional y, luego, otra amnistía en el Congreso.

El 7 de octubre de ese año estuvo nuevamente en la 29 y Oriente para anunciar su segunda candidatura presidencial para 1992.

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En esa ocasión quedó en tercer puesto. Sixto Durán-Ballén (Unidad Republicana) y Jaime Nebot (PSC) pasaron a la segunda vuelta. Ganó el primero.

El periodista Emilio Espinoza, amigo personal de Bucaram, recuerda que en los cuatro años del gobierno de Durán-Ballén este recorrió varias veces el país para apuntalar su siguiente candidatura. Y a la par dirigía la negociación política del PRE en el Congreso. Una de aquellas, en agosto de 1994, dio origen al denominado “pacto de la regalada gana”, por el cual los socialcristianos, sus tradicionales oponentes políticos, llevaron a Heinz Moeller a la presidencia del Congreso y al roldosista Marco Proaño Maya, a la vicepresidencia.

Bucaram anunció su tercera candidatura en febrero de 1996. Pasó a la segunda vuelta con Jaime Nebot. Y le ganó.

En 1987 regresó de su primer exilio de Panamá. Aterrizó en un helicóptero en la 29 y Oriente. Foto: Archivo.

En su corto gobierno de cinco meses y 25 días, Bucaram se reunió con el presidente peruano Alberto Fujimori para impulsar un acuerdo de paz, construyó unas 18 000 viviendas del Plan Un Solo Toque y anunció que se eliminaría el subsidio al gas de uso doméstico y que implementaría la convertibilidad. Pero también bailó el Rock de la Cárcel en las tarimas, cantó con su grupo musical favorito Los Iracundos, grabó un disco, fue presidente del Barcelona Sporting Club y comió guatita.

Uno de sus exministros, Víctor Hugo Sicouret, dice que Bucaram siempre “le resultó incómodo a las oligarquías” y que por ello no permitieron que terminara su mandato. El 6 de febrero de 1997 fue destituido con el voto de 44 diputados socialcristianos y democratacristianos que declararon su “incapacidad mental”.

Y el 11 se marchó nuevamente a Panamá. Por esos días se le iniciaron dos procesos penales por peculado en la compra de mochilas escolares y en el uso de gastos reservados. También se denunció que se había llevado fajos de dinero en sacos de yute, aunque años después el general Paco Moncayo, quien entonces era jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, dijo públicamente que él no vio nada de eso.

La Pichicorte

Los amigos y los hijos de Bucaram iniciaron desde entonces una cruzada para que retorne de su tercer autoexilio. Esta dio frutos en el 2005, durante el gobierno de Lucio Gutiérrez, cuando una mayoría del Congreso, presidido entonces por el roldosista Omar Quintana, designó a una nueva Corte Suprema de Justicia y puso a la cabeza a un viejo amigo de Bucaram, Guillermo Pichi Castro Dáger. Se la llamó Pichicorte

Castro Dáger refiere que archivó los procesos contra Bucaram porque existía una “nulidad constitucional”. “No hubo los requisitos de procedibilidad para enjuiciarlo (a Bucaram): no hubo juicio político, entonces no hubo pronunciamiento del Congreso y tampoco le notificó al presidente de la Corte de ese entonces para que le inicie un juicio penal. Lo que hubo fue una denuncia de un diputado (Gustavo Terán), sin pruebas, con puros recortes de periódicos… Y fíjese, para ser casos tan bullados, no tenían ni 7500 fojas. Además, Bucaram no pagó un centavo del contrato de la mochila escolar. Lo pagó (Fabián) Alarcón”.

Bajo esa misma figura también archivó los procesos contra los exmandatarios Gustavo Noboa y Alberto Dahik, asilados en República Dominicana y Costa Rica, en su orden.

Una vez que el auto de nulidad se ejecutorió, Bucaram retornó por cuarta vez al país el 1 de abril de 2005. También lo hicieron Noboa y Dahik por esos días.

Bucaram se marchó nuevamente porque el 15 de abril Gutiérrez disolvió la Pichicorte como respuesta a las manifestaciones que se dieron en la capital y que generaron su caída cinco días más tarde.

En el 2006, el entonces presidente de la Corte Suprema, Jaime Velasco, declaró la nulidad de los fallos de Castro en los casos de Bucaram, Noboa y Dahik.

Los juicios de Bucaram, finalmente, prescribieron en marzo del 2017 (a los 20 años, según el Código Penal anterior, en la legislación penal actual no se extinguen). Y entonces pudo retornar de Panamá en junio de ese año; renunció a su asilo y se despidió de sus amigos. Y, como siempre, llegó a la 29 y Oriente en un helicóptero.

En una entrevista con este Diario en esas fechas, Bucaram dijo que regresaba al país “sin odios ni rencores”; y que quería reactivar al PRE, que fue eliminado del Registro de Organizaciones Políticas en el 2014. Su hijo menor Dalo creó otro llamado Fuerza Ecuador (FE) con parte de las bases roldosistas.

Sus amigos más cercanos prefieren no comentar sobre el pasado político y judicial del exmandatario. Pero sí reclaman por la forma en que se violaron sus derechos humanos en el último allanamiento. Dicen que evidencia la “persecución política” que sigue viviendo y que, ahora, alcanza a sus hijos.

Una persecución política que, según ellos, busca “hundirlo y desaparecerlo” porque es “un líder profundo” y “porque es el último tarimero de América”, pero además porque lo quieren como “trofeo” partiendo de la "ecuación perversa" marcada en el imaginario popular: “Bucaram es ladrón, Bucaram es corrupto”.

Actualmente, aparte del proceso por delincuencia organizada, el líder roldosista tiene otros dos abiertos: uno por tráfico ilícito de armas y municiones, y otro por transporte y comercialización, y tráfico de bienes del patrimonio cultural.

En los uno se le dictó orden de arresto domiciliario, y en los otros dos las medidas cautelares de presentación periódica y uso del grillete electrónico. Esta vez, sin embargo, no pudo marcharse a Panamá. Pero declaró, como siempre, que será candidato a la Presidencia de la República en los comicios del 2021.

Demanda en el CIDH está en fase de admisibilidad

La defensa del expresidente Abdalá Bucaram Ortiz presentó el viernes un pedido de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como complemento de la denuncia por graves violaciones a los derechos humanos que interpuso en el 2015.

Esta busca una reparación integral para Bucaram, que fue destituido de la Presidencia en 1997 sin que se observe el debido proceso, según sus abogados.

Jorge Sosa, quien está encargado de este caso, señala que la forma en que se produjo el allanamiento al domicilio y la detención de Bucaram demuestran que él sufre una “violación continua de sus derechos”. El caso está en etapa de admisibilidad en la CIDH. (I)

Análisis

"Se ha dicho que los Bucaram siempre han estado al filo de la legalidad y la ilegalidad"

Carlos de la Torre, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida y autor del libro Un solo toque: Populismo y Cultura Política en Ecuador

“Para unos, Abdalá Bucaram es el líder de los pobres; para otros, sobre todo las clases medias y altas, es la encarnación de todo lo malo y lo feo. Y él capitalizó políticamente ese estigma: él es pueblo porque es un perseguido de la justicia. Porque todos los ricos usan la justicia para escapar de la ley.

Bucaram y los suyos son una élite marginal; hicieron dinero pero no tuvieron reconocimiento social. Entonces politizó la vulgaridad para reírse de las clases altas: comía con cuchara, se burlaba de los aniñados, usaba las malas palabras, bailaba en la tarima.

El PRE se manejó a través del clientelismo. Esa combinación de recursos y presentar el mundo al revés diciendo que el verdadero pueblo es él de alguna manera se materializó en votos. Mucha gente votó por Bucaram en 1996 como rechazo al sistema.

Se ha dicho que los Bucaram siempre han estado al filo de la legalidad y la ilegalidad.

A pesar de esto lo que pasó con él, el allanamiento que se vio en la televisión, me pareció una falta de respeto a los derechos humanos de un hombre mayor, enfermo, que además fue presidente de la República. No sé qué ganó el Gobierno con esto”. (O)