Esta es la época del año de mayor generosidad.

Pero el COVID-19, ¿nos volvió más generosos aun o más egoístas?

Usted, ¿cómo funciona frente a una crisis como la pandemia? ¿Qué dispara su altruismo? ¿Qué limita su colaboración?

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Jamil Zaki, psicólogo de Stanford, plantea dos narrativas posibles.

La primera narrativa es culopropista. Usted entra en pánico, se burla de las convenciones sociales y actúa de manera egoísta (lo que explicaría el acaparamiento de papel higiénico, la venta de mascarillas con sobreprecio o el robo de pertenencias de algunos enfermos en hospitales).

La segunda narrativa es prosocial. Usted dona recursos materiales, tecnológicos, económicos, intangibles, humanos, para ayudar a los demás.

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Marc Hauser, en Moral Minds: How Nature Designed Our Universal Sense of Right and Wrong, dice en síntesis que usted es –naturalmente– buena persona.

Pero, ¿cuál opción favoreció la pandemia? ¿Pudo más el miedo que empujó la mentalidad de escasez? ¿Pudo más la esencia de seres sociales?

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Un estudio del Fundraising Effectiveness Project, en Estados Unidos, demostró que el primer semestre del 2020 hubo un incremento de donaciones (sobre todo pequeños aportes y nuevos donantes).

Y un estudio de Harris Poll para la revista Fast Company encontró que las principales causas receptoras de ayuda fueron la mitigación del hambre y el cuidado de la salud.

El COVID-19 nos volvió más generosos para temas vinculados con la pandemia. Más colaborativos.

Como comentó Zaki –y publicó Vox– “la compasión por una catástrofe es consistente y extendida; le sigue a terremotos, guerras, ataques terroristas, huracanes, tsunamis y –ahora– la pandemia”

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Sin embargo, otras causas –como el océano, los tiburones, los bosques, la inclusión o la educación– perdieron apoyo. ¿Por qué?

Su generosidad tiene un giro: “o todos salimos adelante o nos hundimos todos juntos”.

La crisis nos vuelve generosos en la medida que creemos que nadie se va a aprovechar de nuestra predisposición a colaborar, sostiene Athena Aktipis –psicóloga de Arizona State University e investigadora del Human Generosity Project–.

Lo cierto es que –más allá de la sabiduría popular sobre la naturaleza humana egoísta– la ciencia ha demostrado que la generosidad es parte de la biología humana. Como lo es en abejas, chimpancés, pájaros, vampiros o ratas.

La generosidad sería una adaptación evolutiva que ayudó a promover la supervivencia de la especie, dice el ensayo 'The Science of Generosity' de UC Berkeley.

Sobrevivimos al 2020.

Gracias a los demás. (O)