La virtualidad de la educación que se implementó por la pandemia en las universidades de Ecuador se seguirá aplicando, en varias carreras o materias que se imparten, aunque se controle el virus. Los centros de estudios superiores y sus estudiantes han encontrado varios beneficios en este sistema.

Actualmente la llamada teleducación ha impulsado el uso de plataformas digitales como Zoom, Meet, Microsoft Teams, Blackboard, Moodle, AVAC.

En algunas universidades, sobre todo en las privadas, lo que se hizo fue impulsar y aumentar el uso de estos sistemas que ya venían incorporando en sus metodologías presenciales. Dejaron de ser “complementarios”.

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Sin embargo, Gilda Alcívar, rectora de la universidad Ecotec, reconoce que el cambio para trabajar 100 % en entornos virtuales fue “abrupto”, pero que con capacitaciones lograron sortear los obstáculos que generó el salto tecnológico. En este centro de estudios trabajan con Blackboard, una plataforma especializada en entornos virtuales.

La Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) usa el mismo sistema. Joaquín Hernández, su rector, afirma que la pandemia creó un reto “enorme” para la educación superior. Reconoce que a los centros privados les fue más fácil afrontar el desafío: “Esto nos permitió cerrar los dos periodos ordinarios del 2020 en las fechas planificadas”.

Aclara que la virtualidad de la educación superior no se trata de que el estudiante se siente frente a una laptop y escuche una cátedra por horas, sino de usar herramientas tecnológicas que permitan la interacción.

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También destaca que la enseñanza se enriqueció, ya que se invitan a especialistas reconocidos en todo el mundo a dar talleres virtuales: “En presencial eso era sumamente difícil, ya que había que programar el viaje, el avión, la llegada, estadía, coincidir las fechas”.

En tanto, la universidad Casa Grande aplicó lo que ellos llaman “educación en emergencia”, que no solo implicó la virtualidad, sino una flexibilidad hacia las condiciones económicas, educativas y el tratamiento de la salud mental de sus estudiantes, dice Tina Zeraga, vicerrectora del centro.

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Si bien estas plataformas fueron una solución para la nueva normalidad, también han conllevado retos, en especial por la conectividad del estudiante.

Por ejemplo, la Universidad de Guayaquil, la más grande del país, registró un descenso del 15% en su número de estudiantes matriculados. En el periodo 2020 fueron 54.000 los jóvenes que se inscribieron, 10.000 menos que en 2019, según el rector del centro de estudios, Roberto Passailaigue.

Conectividad y problemas internos del centro de estudios serían las causas, afirma el funcionario. Aunque los beneficios de la virtualidad ha llevado al análisis de las ofertas académicas que se podrían dar incluso 100 % online, indica Passailaigue.

En cambio, la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) ya había desarrollado una “cultura digital” previo a la pandemia y la adaptación no fue compleja, dice Paúl Herrera, vicerrector académico de la Espol

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Sin embargo, el mayor reto fue asegurar el acceso a dispositivos electrónicos e internet para sus estudiantes de escasos recursos, ya que la mayoría (60 %) provienen de estratos socioeconómicos bajos.

Para afrontar el problema, la Espol dotó de tablets y acceso a internet a un total de 1.000 estudiantes. Los jóvenes que recibieron estas ayudas se registraron en el mismo número de materias en comparación con los que sí tenían acceso a computadoras, afirma Herrera.

Actualmente, la Espol se encuentra desarrollando una estrategia hacia la “virtualidad poscovid”, y ya ha logrado que el Consejo de Educación Superior (CES) le apruebe la ejecución de algunos programas de postgrado que se ofertarán 100% en modalidad virtual. También se aplicará esta metodología para ciertas asignaturas de carreras de grado.

Pese al desarrollo de la virtualidad, el número de estudiantes universitarios se ha reducido en la mayoría de centros de estudios. La crisis económica y el impacto social de la pandemia serían las razones.

Ha bajado la matrícula. Todas las universidades del país están afrontando esta situación”, dice Gustavo Ramírez, vicerrector administrativo de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG).

Admite que cuando se abrieron las matrículas para el último semestre estaban “muy preocupados”, ya que pensaban que el impacto de la reducción sería “enorme”, pero la cantidad de inscritos les ha permitido continuar con las actividades educativas.

Las universidades públicas también fueron afectadas por la crisis económica, ya que hubo un recorte en sus presupuestos. Esto no solo afectó las inversiones, sino también la operación.

Una de las actividades más afectadas en la Espol, por ejemplo, fue la investigación científica que requiere recursos económicos para adquirir equipos, recolectar datos, contratar personal especializado o comprar reactivos: “Paradójicamente, es la investigación científica la que más se requiere para afrontar crisis como la que el país vive”, dice Herrera.

Además del impacto económico, otra de las razones de esta contracción en el número de estudiantes, según Ramírez, es la afectación social y mental de los jóvenes que perdieron seres queridos que eran puntales de la economía familiar.

En esto coincide Jaime Zapata, coordinador académico de la sede Guayaquil de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS). Ellos han dado un trato personalizado a sus estudiantes para evitar que dejen de estudiar. Incluso a varios los derivaron con sus especialistas en psicología, bienestar estudiantil y a tutorías para entender las plataformas utilizadas en la virtualidad de la educación.

Realizamos clases prácticas donde con clases virtuales desde el laboratorio. Hemos hecho prácticas con simuladores y software que la UPS adquirió. Aunque no se han desarrollado al 100 % las prácticas, hemos generado alternativas y no dejar a los estudiantes de lado”, dice.

Para paliar la situación económica las universidades han tenido que modificar planes de inversión y desarrollo. Ecotec decidió no construir un edificio planificado para la sede de la avenida Juan Tanca Marengo, norte de Guayaquil.

Tuvimos una ligera variación (reducción) de estudiantes, pero aplicamos ayudas para evitar que los estudiantes se retiren. No crecimos en el número como lo habíamos hecho año a año, pero consideramos que mantener el número ha sido un logro”, señala Alcívar.

Tanto la UPS como la UCSG han realizado encuestas a sus estudiantes y profesores para evaluar el nivel de satisfacción de la virtualidad de la educación. El 90 % de los consultados lo han aprobado y con base en estos datos medirán posteriores ofertas académicas.

Sin embargo, algunas universidades en el 2020, aplicando los protocolos de bioseguridad y con aval del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), lograron regresar a las aulas presenciales en ciertas carreras, asignaturas o sustentación de tesis y con un número reducido de estudiantes.

Actualmente, existe una prohibición del COE para estos planes hasta el 18 de enero. De la evolución de los contagios y muertes por el COVID-19 dependerá si se continúa o no con estos planes piloto.

“La presencialidad o semipresencialidad en las universidades de Ecuador dependerá del programa de vacunación, que no es el más ideal. Sin embargo, más allá de la pandemia, y esto es una realidad del mundo, el teletrabajo y la teleducación se van a incorporar de manera importante a nuestras vidas”, dice Zerega.

En este 2021 seguirá dominando la incertidumbre en la educación superior en Ecuador, coinciden los representantes de la universidades consultados.

Están conscientes de que la tasa de matrícula subirá si la economía mejora, pero esto está atado a la evolución de la pandemia y la distribución de las vacunas en el país. “La gente quiere que le demos certezas, pero este año, al igual que el 2020, es de incertidumbre”, dice Hernández. (I)