La falta de producción de derivados como diésel y GLP en la Refinería Esmeraldas le ha costado al país unos $ 248,8 millones en importación de estos productos, solo de enero a noviembre del 2023. Ese es el cálculo que hace Darío Dávalos, experto energético, al constatar con datos de Petroecuador la baja de producción en esos once meses que son los datos más recientes disponibles. En ese periodo se dejó de producir 1′773.263 barriles de diésel por $ 215 millones y 770.320 barriles equivalentes de GLP por $ 33,8 millones.

Las cifras se conocen en medio de una comunicación entre altas autoridades de Petroecuador que indican que la Refinería Esmeraldas, que entró en un proceso de repotenciación durante el gobierno de Rafael Correa por más de $ 2.200 millones, se encuentra nuevamente “al borde del colapso”. La comunicación fue enviada por Johnny Alejando Castillo Vivar, exgerente de Refinación de Petroecuador, al exgerente general Reinaldo Armijos.

La millonaria repotenciación, en la que se habrían registrado sobreprecios, nunca corrigió los problemas de la refinería, según informes de la Contraloría del Estado. Ahora, en diciembre del 2023, la falta de mantenimientos programados, relacionados con una falta de gestión correcta, le estaría pasando una nueva factura.

Publicidad

El 11 de diciembre del 2023, Castillo le dirigió el memorándum PETRO-REF-2023-1464-M a Armijos, en el cual le explica que los sistemas de generación eléctrica interna, torres de agua de enfriamiento, red contraincendios, tratamiento de aguas y efluentes, almacenamiento y transferencia “se encuentran en estado crítico, al borde del colapso”.

Indicó que dichas áreas poseen graves modos de falla funcionales que provocan restricciones operativas y que tienen un severo impacto técnico sobre la producción, seguridad, salud y ambiente, “por ende, este escenario imposibilita que la Refinería Esmeraldas cumpla con metas operacionales”. Esto pondría en riesgo en el corto y/o mediano plazo el abastecimiento de combustibles para consumo interno.

La comunicación también habla de riesgo de daños temporales o permanentes en la integridad mecánica de los trenes de refinación y sus sistemas auxiliares, condición que generaría un impacto económico devastador sobre la economía nacional, ahondando más la crisis que actualmente atraviesa el país. Esto, porque -si se generan estos problemas planteados- al Gobierno le tocaría incrementar el presupuesto para la importación de combustibles, en lugar de destinarlo a fortalecer la seguridad interna, salud, educación y generación de empleo.

Publicidad

Así justificó la necesidad de declarar la emergencia en la refinería a fin de gestionar la contratación para recuperar la función operativa de todos los sistemas antes mencionados. También cuenta que si no se atiende de manera urgente el tema, se podrían generar daños mayores con pérdidas económicas diarias por arriba de los $ 50 millones.

De acuerdo con Darío Dávalos, experto en temas energéticos, el documento es una respuesta de la Gerencia de Refinación a la Gerencia General sobre los elementos técnicos de soporte para la declaratoria de emergencia de la Refinería Esmeraldas, y con ello acelerar los procesos de contratación de los mantenimientos preventivos y correctivos.

Publicidad

Sin embargo, lo sucedido se enmarcaría en una mala práctica que, tras no haber cumplido los mantenimientos periódicos con base en un cronograma preestablecido, ahora se busca hacerlos bajo el paraguas más laxo de la emergencia.

Sea por ineficiencia o por retrasos a raíz de cuestiones administrativas propias de los procesos de contratación, Dávalos sostiene que es un contrasentido suplir con una declaratoria de emergencia la falta de cumplimiento de actividades planificadas. Asegura que la Contraloría General del Estado ya ha observado antes prácticas similares. “El hecho es similar al alumno que no estudia todo el año, pero hace todo el esfuerzo para no perder el año lectivo durante los exámenes supletorios”, comenta.

Para Dávalos, ha habido falta de liderazgo, situación derivada también de la inestabilidad de las gerencias generales en la empresa pública.

La ausencia de mantenimientos preventivos se ha dado en la Unidad FCC, conocida como el corazón de esta planta industrial. Su último mantenimiento de grandes magnitudes fue en el año 2019 y estos deberían ser realizados cada dos años. Sin embargo, hoy en día Petroecuador prevé efectuarlos en agosto de 2024: “¡cinco años después!”, dice.

Publicidad

El impacto de esta falta de mantenimientos preventivos lo podemos observar también en las paradas operativas de las unidades de procesamiento de petróleo.

Petroecuador debe cubrir de alguna manera el hueco de falta de producción de derivados producto de tales paradas operativas, para ello tiene a la mano la importación de combustibles. Entre enero y noviembre, la disminución de la producción de derivados se habría traducido en más importación de diésel prémium por $ 215 millones y de GLP por $ 33 millones, aproximadamente.

La actual Gerencia de Petroecuador tiene el desafío de corregir estas ineficiencias, en el corto plazo, dado el tiempo de administración del actual Gobierno.

En el documento se menciona también que la dieta de crudo recibida por la Refinería Esmeraldas, 23-24 API, es inferior a la densidad promedio para lo cual fue diseñada, 27-30 API, disminuyendo el tiempo de vida útil de sus activos. Sin embargo, en el año 1997 esta planta industrial fue ampliada para procesar crudo pesado de 23 a 27.5 °API. Por ello Dávalos cuestiona ¿por qué entonces la Gerencia de Refinación emitió un informe con tales aseveraciones, cuando la capacidad de diseño de la Refinería Esmeraldas permite el procesamiento de crudo pesado?

Además, en el 2018 esta planta industrial refinaba también crudo de 24 °API, cita reportes estadísticos de Petroecuador.

En ese periodo se dejó de producir 1′773.263 barriles de diésel por un total de $ 215 millones y 770.320 barriles equivalentes de GLP por $ 33,8 millones. (I)