Hace 55 años, en Guayaquil se dio un enfrentamiento entre estudiantes bachilleres y uniformados lo que derivó en que se establezca el Día del Estudiante Ecuatoriano cada 29 de mayo. El hecho dejó un número no determinado de fallecidos y decenas de heridos y detenidos.

En 1969, el grupo de estudiantes se había tomado las instalaciones de la Casona Universitaria de la Universidad de Guayaquil con el objetivo de exigir el libre ingreso a la universidad con la supresión de los exámenes de admisión en diversas facultades.

La orden del presidente José María Velasco Ibarra y de las máximas autoridades de la Universidad de Guayaquil era clara: desalojar, utilizando cualquier medio.

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50 años de la rebelión estudiantil en Guayaquil

La Fuerza Pública rodeó el edificio y paracaidistas junto con la Policía lanzaron gases lacrimógenos lo que derivó en la salida de estudiantes ante la imposibilidad de mantenerse en el interior del edificio. El primer ataque se dio por la avenida Olmedo y Boyacá y los estudiantes arrojaron bombas de fuego e incendiarias ante la arremetida uniformada.

La acción de la Policía sirvió para distraer, en tanto que por la calle Chile, pelotones en tres camiones atacaron por el frente y en una acción rápida traspusieron la verja de hierro.

Mientras unos pasaban la verja, otros desde afuera los protegieron con descargas cerradas de fusilería y ametralladoras, así como también de bombas lacrimógenas.

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Fueron detenidas 67 personas (entre ellas diez fueron mujeres) y trasladados primero al Batallón Quinto Guayas y luego a la Penintenciaría del Litoral.

Después del desalojo de los estudiantes, la Policía tuvo que actuar contra grupos de manifestantes, estudiantes y trabajadores, quienes habían participado e insistían en crear incidentes en respaldo de los bachilleres.

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En la noche, la Policía con la colaboración de los soldados había logrado imponer la tranquilidad a base de acción drástica contra los grupos de manifestantes que insistían en posición de agresividad en respaldo de los bachilleres.

Los colegios fiscales y municipales suspendieron sus labores casi en su totalidad, por la actitud de los alumnos que en su mayoría se negaron a entrar a clases para dirigirse a las calles a expresar su rechazo a la actitud de la fuerza pública que desalojó en forma violenta a los estudiantes.

Luego del terrible hecho, la Universidad de Guayaquil eliminó el examen de ingreso el siguiente periodo lectivo.