Édison Dávila tiene 36 años, está a punto de graduarse de abogado y le encanta la música, a tal grado que terminó convirtiéndose en disc-jockey. La mezcla entre canciones con la exactitud necesaria para que la gente se conecte y siga bailando es una capacidad que solo quienes se han preparado lo logran. Édison tiene un reto más grande: él mezcla canciones sin ver.