María C. se convirtió en la primera persona en ser sentenciada a prisión con la máxima pena luego de matar a un animal en Ecuador. La mujer recibió, el pasado martes 29 de agosto, una condena por tres años en la cárcel debido a su implicación en el caso Spayk.

El delito por el que fue sentenciada la mujer está establecido en el artículo 250.1 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) que dice: “La persona que mate a un animal que forma parte de la fauna urbana será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a un año. Si la muerte se produce como resultado de actos de crueldad será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años”.

Marianella Irigoyen, abogada del caso Spayk y coordinadora de la Organización Animal Libre, explica que en este caso se debe usar la palabra asesinato para referirse al hecho, ocurrido el 17 de noviembre del 2022.

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En una entrevista en el programa El Mono López, transmitido por Radio City (89.3FM en Guayaquil), la especialista citó a la Real Academia Española: “El verbo asesinar es usado para humanos, excepcionalmente se usará para animales cuando haya ensañamiento para acabar con la vida de un animal. El ensañamiento fue el agravante para solicitar el máximo de la pena de tres años de prisión para esta asesina”.

Irigoyen recordó que el ensañamiento se refiere a matar de manera inhumana, lo que María C. habría hecho colgando al perro, un husky siberiano, de una soga y ahorcándolo. Tampoco sería la primera vez que la acusada le hace daño a un animal, pues se demostró en la audiencia que Spayk era el sexto perro al que mataba.

El suceso ocurrió el 17 de noviembre de 2022 y se difundió un video en redes sociales

Por eso, la abogada la cataloga como una “asesina serial de perros”.

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Y eso no es algo menor, según Irigoyen, pues “investigaciones demuestran que la persona que asesina a animales lo puede hacer con un niño y luego con una persona adulta”, y que matar a un animal es una “alerta de cuán peligrosa puede llegar a ser una persona”.

Debido al trasfondo del caso, la abogada solicitó terapia psicológica como medida reparatoria para María C., además de disculpas públicas por el daño causado.

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“Spayk era cuidado por su familia y era un perro de casa, amado por su tutor Alejandro. Como lo define su familia, era como un niño, mansito. Por eso se dejó agarrar de esta persona y llevar hasta el árbol”, señaló la experta.

Ella cree que el caso de Spayk ya está dejando precedentes. No solo porque se consiguió sentenciar a la acusada con la pena máxima, sino porque la jueza de la audiencia solicitó que en Quito se acople una ordenanza en la que se especifique el protocolo del levantamiento del cadáver del animal de compañía que sea asesinado.

Esta es una evolución en el campo del derecho animal, ya que para el levantamiento de cadáveres humanos sí hay un protocolo legal, no así como para los animales.

Es una victoria para los animales y para Spayk”, expresó Irigoyen, quien en medio de esta satisfacción siente temor por la familia Sangucho, los tutores de Spayk, pues dice que han recibido amenazas de parte de la familia de la mujer acusada.

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“Recordemos que no fue la culpa de nadie más que esta persona, que tomó la decisión de acabar con la vida de Spayk. Estamos alerta para tomar las precauciones necesarias para precautelar la vida de la familia Sangucho”, advirtió. (I)