Karla González, de 26 años, no se considera una ‘coyotera’. Delante de los jueces de la Unidad Judicial Penal Multicompetente de Cañar negó que se dedique a “ingresar a personas de manera irregular” a los Estados Unidos, una travesía que miles de ecuatorianos emprenden sin importar los riesgos de secuestros y muertes que enfrentan cuando no son deportados.

Desde el 2021 hasta mayo del 2024, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos ha registrado la deportación de 345.291 ecuatorianos, la mayoría adultos (180.000) que viajaban solos, pero también menores de edad (10.978) y niños (56), que fueron estafados y que luego presentaron denuncias contra los llamados ‘coyoteros’. Desde 2014 al 12 de junio del 2024 se han presentado 1.355 denuncias por tráfico de migrantes en el país.

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Entre ellas consta la denuncia contra Karla. En la audiencia de juzgamiento en la que se le dictó sentencia, el pasado 8 de abril de 2024, por el delito de tráfico ilícito de migrantes, Karla escuchó los sobrecogedores testimonios de Elizabeth Páramo y Álvaro Carrera, dos ecuatorianos oriundos de Cañar, a quienes les pidió dinero a cambio de llevarlos a Estados Unidos, pero ellos fueron secuestrados y torturados en la ciudad de San Pedro Soloma, en Guatemala, en septiembre del 2021.

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“Yo, sinceramente, regresé psicológica y moralmente mal, acabada, desesperada… Mi familia en Ecuador hizo lo posible para pagar el rescate ($ 10.000), pero no me liberaron enseguida, pasó alrededor de un mes para yo poder salir”, contó Elizabeth, quien una vez libre, pero sin dinero en un país extranjero, recibió la ayuda de indígenas de Guatemala que le donaron ropa para retornar a El Salvador, donde su familia le compró un boleto a Ecuador.

Álvaro, en cambio, relató: “Alan nos embarcó en una buseta y nos llevó a un lugar apartado, donde estuvo gente armada y dijeron ‘ustedes están secuestrados’. Nos quitaron celulares, hacían llamadas a mis familiares, no recuerdo cuántos días pasamos secuestrados, regresé a Ecuador el 1 de diciembre del 2021″.

Ambos presentaron denuncias contra Karla por un perjuicio estimado en unos $ 15.000 cada uno, pues los dos pagaron los $ 10.000 del rescate pedido por los secuestradores en Guatemala, además de los anticipos dados inicialmente para el viaje hacia Estados Unidos.

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“Karla toma contacto con las presuntas víctimas con la finalidad de viajar hacia los Estados Unidos, poniéndoles en ese momento en contacto con Jorge Eduardo Macas. Karla les indicaba que debería realizar los pagos, por lo que Elizabeth entrega la cantidad de $ 2.000 y Álvaro Carrera $ 4.000, esto es como un anticipo para emprender el viaje, supuestamente en calidad de misioneros”, expuso la fiscal encargada de la investigación en Cañar, Jacqueline Espinoza, en la audiencia de juicio a inicios de este año.

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Elizabeth y Álvaro –prosiguió la fiscal- partieron de Cañar hasta la terminal terrestre de Quito, donde les esperaba un desconocido que les llevó a un hotel, donde estuvieron varios días, hasta que el 1 de octubre de 2021 partieron desde el aeropuerto de la capital hacia Nicaragua. Ahí otro contacto les llevó a Managua, hasta un lugar llamado León, donde Karla les pidió un nuevo depósito de dinero.

“En este lugar permanecen prácticamente abandonados por un tiempo de más o menos una semana y media, sin ningún tipo de alimentación, por lo que de la desesperación tanto de Álvaro como María Elizabeth logran tomar contacto nuevamente con Karla, quien les indica que ellos tienen que regresar al punto denominado Managua, una vez en Managua las dos víctimas toman contacto con alias Alan y este les lleva hasta la frontera con Honduras, por medio de unos ríos profundos, en caballo”, expuso la Fiscalía en su teoría del caso.

En San Pedro Soloma, Guatemala, se produjo el secuestro, “por parte de ciudadanos no identificados, los que tenían en su poder metralletas, chalecos antibalas, lo que ocasionó bastante pánico en ellos; así buscaron la manera de contactar a Karla, quien le sugiere que se escapen, pero era imposible escaparse del lugar, ya que estos ciudadanos los iban a matar, pues se encontraban armados. Los secuestradores les exigen que cancelen la cantidad de $ 10.000 para liberarlos, por lo que ellos toman contacto con sus familiares y proceden a cancelar el dinero para ser liberados”.

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Llegó el turno de Karla en la audiencia. Después de que el juez le recordó sus derechos, entre ellos el de guardar silencio, ella decidió dar su testimonio voluntario. En su declaración, Karla contó que conoció a Elizabeth en 2018, cuando la contrató como empleada doméstica, y se hicieron amigas: “Ella me pasaba diciendo que tenía un novio en Estados Unidos y que quería irse allá, yo en ese tiempo estaba tramitando mis papeles. Después, Elizabeth dejó de trabajar para mí, pero seguíamos en contacto, me decía ‘Karla, vamos a Estados Unidos, aquí no se hace nada’. Le dije que todavía no tenía pensado viajar”.

En agosto del 2021, Karla decidió emigrar a Estados Unidos. “Elizabeth me dice que quién era el que me estaba llevando, y le dije que no sabía nada, porque quien hizo la negociación para mi viaje era mi hermano, le dije que el coyotero estaba allá, que se llamaba Jonathan y le decían Antonio, pero al final era Eduardo Macas (…) Elizabeth anotó el número del coyotero, yo no le di”, declaró Karla, una mujer divorciada que –según su testimonio- había sido diagnosticada con tumores en las mamas y tuvo que operarse, razón por la cual no viajó con Elizabeth como habían planificado. En lugar de Karla viajó su padre.

A Álvaro, en cambio, Karla conoció por unas carreras que él le hacía como taxista. “Él contacta a mi hermano, así como la señora Elizabeth, él cogió e hizo negocio, yo no sabía ni por cuánto, ni por cómo, ni nada. Yo no contaba con llegar a estos extremos, fui intervenida quirúrgicamente el 29 de diciembre del 2021, por eso mi papá y yo decidimos intercambiar el viaje, para no perder el dinero”, declaró Karla y aseguró que su papá también fue secuestrado en el arriesgado viaje.

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Su hermano –contó la procesada- pagó el rescate de su papá y así pudo regresar a Ecuador. “Luego comenzaron a llegar a mi casa la familia de la señora Elizabeth y del señor Álvaro, a gritarnos, a mi madre y a mí, a insultarnos, a decir que somos ladronas, coyoteras, que somos enganchadoras, pero en ningún momento les he dado el número ni les he ofrecido un viaje seguro, a mí me empezó a dar una depresión, he atentado contra mi vida cuatro veces”, declaró en el juzgado y aseguró que “cuando ellos viajaron, yo perdí contacto con todos después del secuestro. Mi hermano decidió cambiar de coyotero, buscar a otra persona para que le pase a mi papá de la ciudad de México a Estados Unidos. Yo perdí a mi bebé por la depresión que me llegó a dar, yo tuve traumas, he estado con dos psiquiatras, la Fiscalía no encontró dinero en mis cuentas, solo se toparon con deudas, hoy en día estoy medicada, yo también fui víctima”.

La Fiscalía demostró los pagos que las víctimas le realizaron a Karla, mediante depósitos desde los países centroamericanos a las diferentes cuentas de cooperativas y bancos ecuatorianos. “Señores jueces, las víctimas se acercaron a Karla con la finalidad de que ella les devolviera al menos una parte del dinero, pero ella les dijo que no les devolverá absolutamente nada, que hagan lo que les dé la gana”, señaló la fiscal en el juicio y aseguró que quedó documentado que la acusada se benefició económicamente de las víctimas, quienes entregaron en sus manos $ 2.000 como anticipo del viaje cada uno. “Queda evidenciado que la hoy procesada era parte activa de esta banda de traficantes de personas”, señaló la Fiscalía. .

Karla fue sentenciada a siete años de prisión y a una multa de 20 salarios básicos. Hoy guarda prisión en el Centro de Personas Adultas en Conflicto con la Ley, de la ciudad de Cuenca-Turi. Los jueces también la condenaron a la devolución de los $ 2.000 que recibió de Elizabeth y $ 4.000 de Álvaro como anticipo del viaje, adicionalmente al pago de los $ 10.000 que cada uno pagó por su liberación cuando fueron secuestrados. (I)