Cuenca

La capilla ardiente se empezó a levantar desde el domingo en la mañana. Desde las primeras horas la familia y conocidos de José Sumba dejaron todo listo solo para recibir el féretro en el que llegaban sus restos mortales.

El hombre de 35 años fue asesinado en el interior de su departamento ubicado en la zona de Queens, en Nueva York. El cuerpo llegó en horas de la noche para la velación en compañía de sus conocidos y familiares.

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El cadáver de José fue repatriado desde el país al que migró hace 15 años para ser velado en la casa en la que vive su hijo de 17, en la parroquia rural de Sidcay, al norte de Cuenca.

Acá todo estaba listo para darle el último adiós: las flores, los cirios, una fotografía suya al pie del cajón. Fue una velación digna que la familia preparó para despedirlo, antes del entierro previsto para este lunes en el cementerio patrimonial de la ciudad.

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Aunque el dolor era inminente por la pérdida, lo que más golpeó a la familia fue la crueldad con la que fue asesinado ese fatal 29 de mayo. Por ahora, la información oficial remitida por las autoridades estadounidenses es que el hombre recibió varias puñaladas en diferentes partes del cuerpo, luego el presunto asesino huyó del departamento.

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Juan, su hermano mayor, viajó desde España para darle el último adiós. Lo recuerda con mucho cariño, porque compartió con él su etapa de niñez en Cuenca y de adulto como migrante. En su mente se quedará que fue una persona carismática y preocupada siempre por los demás.

Como familia no quieren que este caso quede en la impunidad ni que sea una estadística más, por lo que exigen justicia para dar con el responsable. En especial, porque piensan que mañana puede ser otro compatriota el que pueda sufrir esta muerte violenta.

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Luis, su otro hermano, vino desde el cantón La Troncal, en Cañar, para despedir a su hermano.

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Su clamor es también para apoyar a su sobrino. El joven no pudo abrazar a su padre en persona desde que era pequeño y lo tuvo que hacer ahora en una caja de madera. Apela para que le den una visa humanitaria y así se pueda reunir con su mamá, quien también es migrante y que por su situación irregular de documentos no puede volver.

Y si bien el destino jugó en su contra, Juan Sumba cree que la actual situación sigue empujando a ecuatorianos a salir a buscar oportunidades en otros lados. (I)