PIMAMPIRO

La naturaleza se ensaña con San Francisco de Sigsipamba, una pequeña parroquia del cantón Pimampiro, en Imbabura. Las fuertes y prolongadas lluvias humedecieron las montañas y las vías, volviéndolas frágiles ante la fuerte ola invernal, dice Jairo Cerón, productor del sector.

Esta población con 1.562 habitantes, asentada en una zona montañosa de la cordillera oriental de los Andes, que divide al valle subtropical de la Amazonía con el páramo, está aislada debido a que varios tramos de la carretera principal se destruyeron por los continuos deslaves.

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La loma que está frente al sector de San Miguel se vino abajo este domingo, 13 de julio, taponando la vía y parte de la quebrada.

Los pobladores señalan que sintieron un ruido ensordecedor que los obligó a salir de sus viviendas para ponerse a buen recaudo.

Las continuas lluvias acrecentaron las aguas de los ríos, lo que provocó anegamientos en las partes pobladas y afectó a los cultivos y estanques de peces, generando grandes pérdidas. Foto: Ricardo Cabezas

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Cuentan que grandes volúmenes de tierra, acompañados de piedras, agua y árboles, descendieron desde la parte alta.

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En ese momento quedaron incomunicadas las comunidades de San Miguel, La Floresta, San Vicente, San Isidro, El Carmelo, Ramosdanta y la cabecera parroquial.

Para ingresar a este sector hay tres accesos: dos están destruidos y uno que comunica con las comunidades de San José, San Antonio y Sanchipamba se mantiene afectado, pero permite el paso de los automotores. Las demás jurisdicciones están incomunicadas.

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Robert Bonilla, presidente del gobierno parroquial de Sigsipamba, cuenta que llovió durante cinco días las 24 horas, desde el sexto comenzaron a colapsar carreteras, sembríos y seis sistemas de agua potable.

Un joven de 18 años fue atrapado por un derrumbe en Bellavista, después de varios minutos fue rescatado por los vecinos y trasladado al hospital Eugenio Espejo. Sus familiares aseguran que todavía no se recupera de las lesiones que sufrió.

Se estima que 30 hectáreas de cultivos de aguacate, mandarina, granadilla, limón y naranja fueron diezmadas. Tres cabezas de ganado resultaron arrastradas por el lodo. Varios terrenos presentan fisuras, en Ramosdanta cuatro viviendas están cuarteadas y tres más de San Isidro.

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Estas familias tuvieron que salir de sus casas y ser acogidas en domicilios de familiares.

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Coinciden en que una vez que mejore el clima retornarán. Por otro lado, unas doce casas más están en peligro, lo que mantiene atemorizados a los ocupantes.

Este lunes y este martes, 15 de julio, pararon las lluvias; sin embargo, hay zozobra, pues los pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) advierten que el próximo lunes retornarán los aguaceros, comenta Bonilla.

Los productores que han rescatado algunos frutales están sacando caminando las sacas de granadilla, aguacate y cítricos, las cuales van al mercado nacional o son exportadas. Otros, en cambio, aseguran que por el fuerte temporal no pueden cosechar o salvar la producción.

La leche es imposible sacarla a la venta y algo dejan para elaborar quesos, que son movilizados en cubetas a Pimampiro.

José Laso, agricultor y productor de granadilla, dice que la naturaleza está conspirando en su contra.

Varios centros piscícolas de truchas han desaparecido. Mientras que este sábado, 12 de julio, un deslave dejó sin agua a un estanque gigante por más de 14 horas, lo que causó que murieran los peces.

Maquinaria de la Prefectura de Imbabura y del Municipio de Pimampiro está en la zona; no obstante, la humedad y las lluvias no permiten realizar la regeneración ni la limpieza de la arteria principal. Según los técnicos, en unos diez días podrían estar semihabilitados los caminos.

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Los damnificados y las autoridades parroquiales piden al Gobierno la apertura de créditos blandos a través de BanEcuador para intentar recuperar las inversiones perdidas y al Ministerio de Agricultura y Ganadería que los apoye con insumos para salvar los frutales que han logrado sobrevivir.

Ante la inestabilidad del terreno se está solicitando transitar, tanto caminando como en automotores, con extrema precaución, más aún cuando existe un alto riesgo de nuevos derrumbes. (I)