El Ecuador no solo es un país con zonas de muy alta peligrosidad sísmica, sino que sus condiciones de desarrollo hacen que el riesgo por terremotos sea muy grande.

Esa es solo una parte del análisis que realizó el sismólogo Hugo Yepes, quien es citado en el mapa digital interactivo de peligro sísmico para Ecuador, publicado en la página web del Instituto Geofísico. Este mapa cuenta con la elaboración de trabajos previos desde 1992 y el apoyo de investigadores extranjeros. La metodología se basa en el cálculo de las probabilidades de ocurrencia de aceleraciones sísmicas a partir de la información de catálogos sísmicos. Además, estos valores pueden ser superados porque los efectos podrían amplificarse en caso de suelos no consolidados.

“Varios hechos salieron a la luz a raíz del terremoto de abril de 2016 y están aún frescos en la memoria colectiva. Estos nos mostraron o nos recordaron la realidad de la peligrosidad sísmica, la alta exposición a los terremotos y la evidente vulnerabilidad que tiene el país con los siguientes hechos”, dice Yepes en este documento.

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Según el Instituto Geofísico, en el territorio nacional se han registrado al menos 40 sismos con intensidades iguales o superiores a VIII en la escala de Mercalli, por lo que deben ser considerados como movimientos que han causado daños muy grandes.

En el mapa se muestran varias zonas que pueden tener un mayor impacto sísmico y estas se miden de acuerdo al (PGA) Valores Medios de la Aceleración Horizontal Pico para el período de retorno de 475 años. Es decir, mientras más alto es el número hay que tener mucho cuidado al momento de construir en esa zona.

La provincia de Esmeraldas está en el rango de 0,61 - 0,66 y se enfoca en Atacames, playa de Same, en la comunidad de Quitito, parroquia Tonchigüe, Galera, San Francisco, entre otras.

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La parte en rojo significa que se requiere mayor cuidado al construir por el gran impacto sísmico que podría tener. Foto: Captura.

En este estudio también aparece Quito con un color medio rojizo. Aquí las zonas específicas son Calderón, Llano Grande, Llano Chico, San José de Cocotog, Zámbiza, Nayón, Cumbayá, Lumbisi, Cutuglagua y otros.

En la provincia de Tungurahua están el cantón Pelileo, Patate, Píllaro, Quero, Baños de Agua Santa. En Chimborazo aparece una parte de Riobamba, Pallatanga y Colta.

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Por el lado de la Amazonía está Oyacachi, ubicada en el cantón El Chaco, provincia de Napo. Al igual que San Francisco de Borja y Baeza.

Mario Ruiz Romero, director del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, indica que con ese mapa se puede prevenir emergencias y también sirve de guía a los ingenieros cuando realicen una construcción de vivienda, edificio u otra estructura y sepan que es un terreno que conlleva materiales acordes a la actividad sísmica.

“En el mapa de peligros sísmicos del Ecuador ahí se ve la zona de la Costa, de Manabí hasta Esmeraldas que tienen alto peligro sísmico. Lo mismo en la Sierra, en Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo. Lo que ocurrió en Alausí (deslizamiento por una falla geológica) no es este caso, pero también hemos trabajado en la influencia de los sismos al surgir deslizamientos, que pueden ser causados por la geología, lluvia, sismos”, dice Ruiz.

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En este mapa también se observan otras zonas con una tonalidad naranja (rango 0,51 - 0,60), esto es, donde habría un impacto sísmico un poco menor que los sectores en rojo. Aun así en estos lugares es necesario que las edificaciones se levanten con criterios acordes a las condiciones.

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Aquí aparece casi toda la provincia de Morona Santiago. En la Sierra está Cumandá y Riobamba por parte de Chimborazo. Ambato en Tungurahua y Latacunga en Cotopaxi. Ya en la Costa surgen Pedernales, Bahía de Caráquez, Manta y Montecristi, en Manabí. En Santa Elena, La Libertad y Salinas.

La Pólvora y Las Lojas, entre sectores considerados con mayor impacto sísmico. Foto: Captura.

Y en Guayas, Naranjal y el este y sur de la isla Puná. En este último lugar aparecen La Pólvora y Las Lojas, entre sectores considerados con mayor impacto sísmico. De hecho, durante el sismo de magnitud 6,6, que se reportó el pasado 18 de marzo, hubo varias comunas afectadas como Puerto Roma, Santa Rosa y Campo Alegre.

Frank Guzmán, director del Programa de Maestría en Gestión de Riesgos de la UISEK, dice que la ciudadanía debe reconocer que vivimos en un país multiamenaza. “Hay sismos, inundaciones, deslaves, erupciones volcánicas y esto ya se ha mapeado por parte de los municipios, que son los encargados de decir cuáles son los terrenos habitables y las áreas que tienen riesgo. Los ciudadanos debemos saberlo y respetar eso”, indica el experto, y agrega que primero se debe reconocer el terreno porque en cualquier lugar no puede construirse una vivienda de dos o tres plantas, por ejemplo, y peor un edificio.

“Es importante saber lo que publica el Instituto Geofísico, pero la obligación de cada municipio es aterrizar a su cantón, es tomar ese mapa y traducirlo a su sector”, recalca Guzmán.

Jorge Capelo, docente de Estructuras de la Universidad Casa Grande, señala que este tipo de prevención es esencial, pero lamenta que, en la mayoría de ocasiones, el ecuatoriano se fije en costos en vez de seguridad.

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“La ideología es que uno quiere abaratar costos en todo, entonces uno prefiere llamar a un maestro que un profesional, por eso en 2016 se demostró esa falencia, las construcciones fallaron más”, apunta.

Capelo indica que en el caso de las estructuras que ya están asentadas en estas zonas de mayor riesgo sísmico, lo que puede hacerse es un estudio estructural. “Si la zona es baja, levantar el piso, no desde la acera sino tres o cuatro escalones. Todo depende del profesional que se ocupe para levantar la construcción”, explica.

Aquí hay dos temas: el ahorro y la técnica. Hay materiales sismorresistentes, por ejemplo, la caña guadúa. A veces nos acostumbramos a construir con hierro, hormigón, pero ya se ha probado que hay diferentes tipos de construcción y pueden ser adaptadas a nuestra geografía. Desde la academia podríamos proporcionar cierta orientación sobre los materiales que deben o pueden usarse para la construcción. Hay nuevos materiales, producto del reciclaje de plásticos”, afirma Guzmán, y añade que desde el ámbito educativo falta crear una cultura de prevención. (I)