La misión de los murciélagos es primordial para el ecosistema, pero 19 especies de estos mamíferos voladores están en peligro de extinción en Ecuador

Ver volar cerca a un murciélago suele asustar y ese temor, en algunas personas, puede aumentar cuando aquel está dentro de las casas.

Para espantar a este mamífero volador las las personas suelen agredirlo o envenenarlo, lo cual no es lo correcto, según los expertos.

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La naturaleza de este grupo llamado Chiroptera (nombre científico) es nocturna y su apariencia los ha encasillado como “seres aterradores”. Los murciélagos brindan servicios ecosistémicos, apunta Santiago Burneo, docente y curador de mamíferos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

“Si en el mundo no existieran los murciélagos, empezarían a desaparecer los servicios ecológicos que ellos otorgan al ecosistema como el control de plagas, la polinización y la dispersión de semillas”, señala Burneo.

Con esto concuerda Paolo Piedrahíta, biólogo y docente de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), quien indica que la especie cumple más funciones esenciales. “Los murciélagos son mamíferos que cumplen la función de control de plagas, por ejemplo, los que comen insectos, mantienen el ambiente libre de la abundancia de estos”, explica Piedrahíta.

A nivel mundial existen 1.500 especies, en Ecuador hay 178 y 19 de estas están en peligro, según Burneo. Estas 19 especies se encuentran en el Plan de Acción para la Conservación de Murciélagos porque habitan en zona de las costas en las que hay pocos parches de bosques.

Según una publicación de la PUCE, hay once áreas de importancia y tres sitios para la conservación de los murciélagos.

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Los murciélagos pueden vivir en vegetaciones, huecos de árboles como el ceibo, construcciones, techos, túneles; bosques secos, húmedos, tropicales y bajos, incluso llegan al páramo y a las islas Galápagos, afirma Burneo.

De acuerdo con el sitio web de National Geographic de España, los murciélagos se dividen en dos grupos: megaquirópteros y microquirópteros. El primero se caracteriza por su modo de alimentación basada en frutas, polen y el néctar de las plantas. Mientras tanto, los microquirópteros por lo general se alimentan de insectos.

Burneo expone que la mayoría de los murciélagos filostómidos (Phyllostomidae) son insectívoros, pero hay especies polinívoras y nectarívoras (Glossophaginae), mientras que los frugívoros son de la subfamilia Stenodermatinae: “estos mamíferos son especializados en su dieta”.

Burneo explica que los Glossophaginae se alimentan de néctar y son polinizadores. Además, que ayudan a llevar el polen de una planta a otra para que se produzcan más flores.

En cambio, los Stenodermatinae consumen la fruta y no la semilla. “Esa semilla la ponen lejos de la planta madre lo que permite que se regenere”, explica Burneo y agrega que los insectívoros evitan enfermedades como el dengue y chinkungunya, entre otras.

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“Los murciélagos que están en zonas urbanas son asociados a la alimentación de insectos, frutas, no son peligrosos como su aspecto los identifica”, argumenta Piedrahíta y añade que los que se alimentan de sangre son hematófagos.

Piedrahíta asegura que a los hematófagos se los conoce como “vampiros”, de los cuales se conocen tres especies: vampiro común (Desmodus rotundus), el vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata) y el vampiro de alas blancas (Diaemus youngi), según lo describe National Geographic.

Burneo explica que se pueden alimentar de la sangre de cualquier mamífero como, por ejemplo, de un tapir, una huangana, entre otros.

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“Puede haber sitios donde hay acumulación de vampiros, sobre todo si hay cuevas. Ha habido reportes de muchos vampiros que están con colonia. Normalmente un vampiro puede alimentarse cada noche, y si hay un ser humano también podría ser, no es común porque un humano se despierta al sentir”, indica Burneo.

Piedrahíta cuenta que esta especie, que se alimenta de sangre, está asociada a la ganadería. Por ejemplo, “si la vaca tiene una herida, la saliva del murciélago ayuda a que no se coagule la sangre”.

Esta especie no es tan numerosa porque tiene problemas como la pérdida de hábitat, por eso su reproducción es escasa, dice Piedrahíta. (I)