El 26 de junio de 1939, por decreto ejecutivo emitido por la Secretaría de Agricultura de El Salvador, el maquilishuat fue declarado árbol nacional de ese país. La floración ocurre desde febrero hasta abril, se expresa en colores desde blanco hasta rosado lila, lo que lo convierte en uno de los árboles más atractivos de la región.

“El maquilishuat es conocido por ser imponente, desde su belleza hasta su tamaño. Se busca implementar un proyecto innovador y sostenible que contribuya a la preservación del medioambiente y al fortalecimiento de los lazos con la diáspora, promoviendo aspectos culturales que mantengan viva la identidad y el arraigo de las comunidades en el exterior”, dijo el Carlos Brizuela, embajador de El Salvador en Ecuador, durante la siembra de esta especie en la Universidad Tecnológica Ecotec, campus Samborondón, en días pasados.

El maquilishuat, árbol nacional de El Salvador Foto: Cortesía

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Esta primera siembra en territorio nacional es parte de la iniciativa El Salvador Renace, de la Dirección Promocional, Cultural, Deportiva y Gastronómica del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, una estrategia que busca promover y fortalecer la imagen de este país en el ámbito internacional, fortaleciendo la promoción cultural y la afirmación de identidades salvadoreñas en el extranjero.

Brizuela agradeció a la comunidad salvadoreña presente en el evento, que mantiene vivas sus tradiciones, símbolos y valores. “Al plantar este árbol estamos sembrando también esperanza, identidad y futuro para las próximas generaciones. Les invito a todos a contemplar este árbol no solo como un elemento natural, sino como un símbolo de nuestro compromiso con nuestra cultura, nuestra comunidad y nuestro planeta. Juntos seguimos haciendo crecer nuestras raíces. No importa de qué parte del mundo nos encontremos”, recalcó.

Joaquín Hernández, rector de la Universidad Ecotec; Carlos Brizuela, embajador de El Salvador en Ecuador; y Cristina Figueroa de Bitar, cónsul honoraria de El Salvador en Guayaquil, sembraron el maquilíshuat en el cumpus universitario de Samborondón. Foto: Cortesía

Cristina Figueroa de Bitar, cónsul honoraria de El Salvador en Guayaquil, destacó que el maquilishuat es un símbolo de la identidad salvadoreña: “Con flores rosadas y su majestuosidad, no solo es una especie nativa de nuestro país, sino que representa la fortaleza, la belleza y la resiliencia de nuestra tierra y de nuestra gente”.

Agregó que al plantar este árbol se siembra más que vida, “sembramos un legado para futuras generaciones, un testimonio vivo de nuestro compromiso con la naturaleza y con la herencia que nos une como salvadoreños. Que este maquilishuat crezca fuerte y saludable como símbolo de nuestro amor por El Salvador y de la unión con nuestros pueblos”.

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Por su parte, el rector de la Universidad Tecnológica Ecotec, Joaquín Hernández, salvadoreño de nacimiento y radicado en Ecuador, rememoró -en esa emotiva mañana soleada- a Claudia Lars, uno de los referentes de la poesía salvadoreña del siglo XX, al mencionar un extracto de su poema La cantora y su tierra: ¿Podré decir este silvestre día de intensa luz y de maduro grano? ¿Podré besar el nombre del verano con estas mariposas de alegría?

Explicó que para los antiguos, el cosmos era vivido bajo la forma de un árbol gigante y eso está presente en todas las culturas (Mesopotamia, India, Egeo), “era una teofanía cósmica, símbolo de la vida, de la fecundidad inagotable de la civilización babilónica, habitación de la divinidad. En medio del paraíso, recuerda Génesis 2:9, se encontraba el árbol de la vida y el conocimiento del bien y del mal. Dios prohíbe el fruto del segundo, pero no del primero. La figura del árbol se reencontrará en la cruz, que es representada por un árbol y signo de redención. Para Dante, las esferas celestes son la corona de un árbol, cuyas raíces están hacia lo alto”.

Este simbolismo del árbol, según Hernández, es tan fuerte en las culturas porque habla de la vida, del renacer, del vivir, de las hojas que van y vienen. “Con el desencantamiento de los tiempos modernos hemos ido perdiendo lo sagrado y esto está relacionado con la vida humana. En esta ceremonia nos incorporamos al misterio del nacer, crecer, dar vida y resucitar. Gracias, señor embajador, y en su nombre al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, por traer toda la riqueza de un símbolo como es el árbol nacional de nuestro país a la tierra ecuatoriana y a esta universidad, que asume por su nombre la reunión de los dos grandes desafíos de la época: la naturaleza, representada en el maquilíshuat, y la técnica, que hace más habitable el planeta”, concluyó el rector de la Universidad Tecnológica Ecotec. (I)