La aventura sí tiene precio, uno que las personas más ricas del mundo están más que dispuestas a pagar. La semana pasada, un grupo de cinco hombres descendió a las profundidades del océano a bordo de un sumergible en una expedición para ver los restos del Titanic, que se hundió en 1912 tras chocar con un iceberg. Cada boleto costó cerca de 250.000 dólares.

El sumergible en el que viajaban las cinco personas está desaparecido, fuera del control de los operadores y con el oxígeno depletado. Sin embargo, su desaparición ha llamado aún más la atención a las excursiones de ultralujo, como las que ofrece la compañía OceanGate Expeditions.

Esta es solo una de las empresas que prometen una experiencia única e irrepetible, pero extremadamente costosa y peligrosa. Y los mares son solo uno de los destinos que llaman la atención de los millonarios y multimillonarios.

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Dos personas que viajaron el año pasado en el Titán relatan sus experiencias. OCEANGATE

Muchos prefieren, en cambio, explorar el espacio exterior. Ya no se necesita ser un astronauta calificado para embarcarse en un cohete, solo se requiere un boleto que cuesta 450.000 dólares para ser considerado un ‘astronauta privado’, que es como la empresa Virgin Galactic llama a los clientes de sus viajes espaciales.

“Es más que un vuelo espacial, es una experiencia para toda la vida”, se lee en la página web de Virgin Galactic, que invita a personas a ser parte de la era espacial.

Blue Origin, de Jeff Bezos, y SpaceX, de Elon Musk, también se han sumado a ofrecer viajes espaciales a la élite que puede costear sus boletos. Este alto valor no solo abarca los gastos logísticos, sino además los preparativos para precautelar la seguridad de los clientes. Ya que no todos los viajes tienen regulaciones gubernamentales, los clientes tienen que firmar consentimientos para asegurarse de que conocen los peligros que los esperan.

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Vista de una nave de SpaceX, en una fotografía de archivo. EFE/Cristóbal Herrera Foto: CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

Pero en este tipo de aventuras nada está garantizado, como ya se demostró con el submarino que se perdió en el océano Atlántico. Se calcula que a estas alturas, ya no queda oxígeno disponible para sus ocupantes.

La adrenalina se encuentra también en excursiones de lujo. Four Seasons, la cadena de hoteles, lanzó una opción para que turistas adinerados puedan viajar a bordo de su jet privado y dar una vuelta alrededor del mundo en 24 días.

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Dentro del jet, los pasajeros pueden reclinarse en asientos de cuero que se convierten en camas reclinables, o dar un paseo en la aeronave para socializar con las otras personas a bordo. El precio de un boleto está en 205.000 dólares, e incluye alojamientos de primera clase, excursiones, comidas y eventos especiales.

Se estima que las compañías de turismo y de exploración cada vez apunten al mercado de los millonarios, pero eventos recientes han demostrado que se necesita un marco de seguridad o de regulación, para prevenir los peligros de estos viajes. (I)