El descubrimiento de los restos de centenares de niños indígenas canadienses en una antigua residencia escolar de la localidad de Kamloops, en el oeste de Canadá, en el que los aborígenes fueron internados a la fuerza durante casi 80 años, ha vuelto a dejar al descubierto la dolorosa herida del pasado racista y de genocidio cultural del país norteamericano.