Está de moda entre intelectuales liberales equiparar a Hitler con Netanyahu. Es alarmante la ligereza con que comparten la imagen del primer ministro de Israel con uniforme de nazi y bigote de Hitler. No se dan cuenta lo que significa llamar “genocida” a un Estado creado como reparación y refugio para el pueblo judío, víctima del genocidio nazi que sistemáticamente acabó con millones. No ven que al difundir esta campaña se convierten en cómplices de un ambiente tan tóxico que ya a nadie sorprende que se vandalicen (¡hasta en Alemania!) fotografías de sobrevivientes de Auschwitz, memoriales del Holocausto, sinagogas.

Comparar los horrores de Hitler con la muerte de palestinos inocentes como consecuencia del conflicto en Gaza es desatinado ya desde el punto de vista numérico. Y hay algo esencial que algunos parecen haber olvidado: Hamás. A todos mis amigos que andan como locos defendiendo a Palestina (pero que se quedaron calladitos el día del ataque de Hamás) les recuerdo que el 7 de octubre de 2023 los terroristas palestinos atacaron por sorpresa el territorio de Israel donde asesinaron a 1200 personas en sus casas, en un festival de música, en las calles. Violaron, torturaron, se llevaron 239 rehenes, incluidos niños. Como reacción, Israel atacó Gaza.

(...) es lo mejor que ha podido sucederles a esos antisemitas y revisionistas que esperaban la oportunidad de salir del clóset.

La historia de Hitler contra el pueblo judío, contra grupos vulnerables, contra sus vecinos europeos nació de una ideología de odio y xenofobia basada en la firme creencia de que el pueblo alemán era superior y merecía no solo extender su espacio vital sino eliminar a quienes consideraba inferiores, despreciables, peligrosas pestes. En esto los nazis se parecen a Hamás, cuya carta fundacional cito aquí: “Israel existirá hasta que el islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes / Las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales contradicen los principios del Movimiento de Resistencia Islámica... No existe ninguna solución al problema palestino que no sea la Yihad / Los judíos buscan socavar las sociedades, destruir los valores, corromper las conciencias… Están detrás del comercio de drogas y el alcoholismo / Los judíos se esforzaron por amasar una gran riqueza material... Con su dinero tomaron el control de los medios de comunicación del mundo… Con su dinero atizaron revoluciones…” En fin, una versión islamista de “Mein Kampf”.

Obviamente me horroriza la situación en Gaza y sé que muchos judíos (israelitas o no) también critican la estrategia de Netanyahu (de hecho estaban en contra de este nefasto líder desde hace años). No se trata aquí de elevar ni justificar a este tipo sino de comprender qué significa nuestra reacción (externa, extranjera) ante esta situación. ¿Por qué de repente nos interesa tanto la vida de los palestinos cuando otras guerras no nos quitaban el sueño? ¿Y por qué la campaña anti israelí se basa justamente en la comparación con el nazismo? Llamar nazi a un judío es lo mejor que ha podido sucederles a todos esos antisemitas y revisionistas que esperaban la oportunidad de salir del clóset. Es un combo dos en uno: por un lado relativizamos los crímenes del nazismo, por el otro diabolizamos tanto a Israel que todos se olvidan de Hamás. Lo más alarmante es que esta campaña no se la debemos a los malos de siempre: los trumpistas, bolsonaristas, mileistas, neofascistas de este mundo. No. La solidaria izquierda ha decidido encargarse de este trabajo sucio. Al parecer, hoy Rusia maneja los hilos de la izquierda y la derecha por igual. (O)