La fotografía, pasados unos años, volvió a unir a dos hombres que llegaban a cruzarse en el liceo. Uno, con su cámara y lentes logró atesorar los mejores momentos, la mayoría íntimos, familiares, del otro. Eran “El Chino” y el mismísimo Pablo Escobar.

“El Chino”… Así llaman todos a Édgar Jiménez Mendoza, el hombre que por su talento llegó a ser el fotógrafo de confianza del narcotraficante colombiano.

Mendoza y Pablo Escobar, el exjefe del Cartel de Medellín, se conocieron en la escuela secundaria cuando tenían solo 13 años. Tras estudiar en el mismo salón de clases durante tres años, Mendoza no supo nada de él por 15 años, reseña la Agencia Anadolu.

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“El Chino”recuerda a Escobar como un “un estudiante promedio”. Dice que Pablo “perdió un año y se fue a otro colegio, por lo que perdimos contacto”, señala.

Volvieron a encontrarse en 1980. A “El Chino” un amigo en común lo llevó a la Hacienda Nápoles, la famosa, lujosa y polémica propiedad del temido capo.

Pablo me saludó con mucha felicidad, muy efusivo y me preguntó qué hacia yo, a qué me dedicaba

“El Chino” le respondió que era fotógrafo y Pablo Escobar le habló de hacer unas fotos al zoológico de Nápoles.

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“Me contrató. Ahí empecé a ser el fotógrafo personal de Pablo”, enfatiza.

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Amistad y admiración a Pablo Escobar

De la amistad a la admiración hay fronteras invisibles. “El Chino”, consultado sobre el capo más buscado por las autoridades en los 80 e inicios de los 90, llegó a decir que “la diferencia de Pablo con otros narcotraficantes se basa en que, primero, fue el hombre más poderoso de ese negocio, segundo, según la Revista Forbes, a comienzos de la década de los 80 Pablo fue uno de los hombres más ricos del mundo, y tercero, fue la única persona que le declaró la guerra a un gobierno, eso nunca se ha visto en la historia”.

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El fotógrafo estuvo cerca de Pablo, como lo llamaba con la confianza propia que da la amistad, durante nueve años.

Pablo siempre fue muy formal conmigo, nos reuníamos a charlar y a escuchar música.

Dice que retrató por última vez a Pablo Escobar en el cumpleaños de su hijo del año 1989.

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Los secretos más guardados

El narcotraficante murió de manera violenta el 2 de diciembre de 1993.

Ante la muerte de su amigo, “El Chino” recuerda el sentir de sus allegados: “La familia de Pablo dice que Pablo se suicidó, y eso es lo que yo creo, porque Pablo en muchas conversaciones decía que no se dejaba atrapar vivo. Esta es la versión de Roberto Escobar, su hijo, y la mía”.

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Este 2023 se cumplirán 30 años del deceso de Escobar y un libro, mejor dicho un fotolibro, se editó y lanzó sobre “El Chino”.

Se trata, dice Infobae, de una publicación de uno de los reporteros visuales más importantes de Colombia.

El fotolibro lleva por título “El Chino. La vida del fotógrafo personal de Pablo Escobar” y en la carátula se le ve semiacostado, relajado, en la trompa de un elefante en aquella famosa Hacienda Nápoles.

Alfonso Buitrago, periodista colombiano, es el autor de este fotolibro. Explica que está estructurado en cinco capítulos.

La publicación es de 300 páginas y tiene 100 fotografías seleccionadas por “El Chino”, enfatiza el comunicador y escritor.

Casi todo el libro es desentrañar esa leyenda, porque 30 años después sigue siendo ese fantasma, creo que gran parte de ese libro es construido con las imágenes del Chino.

El fotógrafo “se inmiscuyó tanto en la cotidianidad del narcotráfico que se ganó la entera confianza de Escobar, quien lo nombró, incluso, como uno de los coordinadores de su campaña al Congreso en 1982″.

Hacer el libro tuvo como motivación una crónica del afamado periodista Jon Lee Anderson, quien tuvo acceso a los archivos como reportero de The New Yorker, en una de sus visitas a Medellín.

Lo que Anderson vio, “sumado a todo lo que investigó, lo escribió después en una crónica que tituló Más allá de Pablo Escobar”.

Buitrago refiere: “Creo que la historia del Chino ayuda a explicar la forma en la que el narcotráfico y la guerra contra las drogas se apoderaron de la economía, la política y la cultura locales, causándole a nuestra sociedad una especie de confortable entumecimiento al principio, similar al efecto de consumir cocaína, que favoreció el esplendor del negocio en Medellín en las décadas del setenta y ochenta del siglo pasado.

Luego le produjo una resaca violenta con decenas de miles de muertos. Y el mito de Escobar sigue ejerciendo atracción en las generaciones actuales” .

(I)

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