Tras el fallecimiento del sumo pontífice el pasado 21 de abril, los cardenales tienen la misión de seleccionar al sucesor de Francisco en un próximo cónclave con 133 cardenales con posibilidad de voto.

Desde el miércoles 7 de mayo ellos residirán en la Casa Santa Martha y caminarán cada hasta la capilla Sixtina para ejercer la votación. Durante el desarrollo del cónclave está prohibido el contacto con el exterior, no hay medios de comunicación o posibilidad de contarse por medio de dispositivos electrónicos.

Durante el proceso del cónclave, el mundo está a la espera de conocer al nuevo sumo pontífice, cuando la elección se ha logrado aparecer humo blanco desde la chimenea de la capilla Sixtina, mientras que el humo negro es señal que no se ha dado un consenso.

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Para que un nuevo papa sea elegido requiere dos tercios de la votación total y que posteriormente acepte el cargo.

La primera tarde del cónclave sólo hay una ronda de votación, pero luego, los cardenales pueden votar hasta cuatro veces cada día.

Antes de votar, hacen un juramento secreto y rezan pidiendo la guía del Espíritu Santo. Luego, uno por uno, escriben en una papeleta el nombre del candidato que consideran más digno y depositan su voto en una urna.

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Al finalizar cada ronda, las papeletas se incineran. Sin embargo el humo que se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina aparecerá cada dos rondas de votación.

El color negro se logra añadiendo sustancias químicas a la quema de las papeletas para oscurecer el humo.

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Únicamente saldrá humo blanco cuando los cardenales hayan escogido al nuevo sumo pontífice y éste acepte el cargo, escogiendo un nuevo nombre para su papado.

El último cónclave, en 2013, eligió al papa Francisco tras solo cinco rondas de votaciones, aproximadamente dos días, pero cada cónclave puede tener una duración diferente. (I)